CAPÍTULO 5

212 31 2
                                    


La alarma sonó a un lado de mí, tuve que apagarla de un sólo golpe. Su horrible sonido me causaba una sensación amarga todos los días. Mis ojos no quisieron abrirse, yo quería seguir durmiendo, estaba cansado.

Dentro de mis oscuros párpados se proyectaban distintas cosas. El trabajo de la noche anterior me había dejado en este estado. Tantas letras y números en una pantalla, hasta altas horas de la noche era malo para mis ojos. De todas formas, era trabajo, de eso vivía.

Me quedé un rato sólo con mis ojos cerrados, estaba despierto y con total conciencia. En mi mente, se empezó a proyectar las imágenes de un recuerdo muy lindo. Era ese chico escandaloso con la sonrisa más encantadora de todas abrazando un gran ramo de flores lirio. Sentí mi pecho apretar con tal recuerdo y desconocía la razón. Su alegría provocaba la mía, estaba tan satisfecho con su reacción. Eso, se quedó grabado en mis pensamientos.

Miré el techo de aquel departamento solitario, era blanca con un poco de suciedad por los años y comencé a pensar en todo lo que había sentido en tan poco tiempo. Era difícil de creer que esas cosas pasaran, pero siendo testigo de ello no quedaba más que saber cómo era posible eso.

En tan sólo un momento mi pecho se apretó aún más. Comencé a sentir un deseo indescriptible acerca de Hoseok. Deseaba verlo nuevamente y apreciar su sonrisa con forma de un lindo corazón, quería verlo comer y charlar con su amigo, verlo esforzarse por hacer las cosas él mismo y talvez, deseaba regalarle algo distinto.

Con esa fuerza me levanté de mi cama y fui directamente a la ducha, preparé mis cosas y me miré al espejo con mi pequeña herramienta parlanchín. Aquellas sombras negras se podían ver, pero solo un poco, no me veía tan mal, estaba aceptable. Intenté, una vez más, pronunciar alguna palabra clara, pero como todas las veces anteriores, sonaba como un reptil. Con cierta decepción, me abroché el collar con la caja de sonido y salí de aquel departamento al que le llamaba hogar.

Al llegar a esa cafetería minimalista, tomé una bocanada de aire y empujé la puerta de cristal. Dentro, pude ver a Seokjin, el mesero, que repartía algunos platos con desayuno para aquella pareja de ancianos. Busqué una mesa disponible para poder sentarme y esperar a que ese chico regresara.

Para hacer tiempo pedí un café cremoso con un plato de desayuno común. Eso me mantendrá entretenido hasta que decida irme. Seokjin con gusto me atendió siendo como siempre, educado y calmado ante sus clientes.

Escuchaba de vez en cuando la conversación ajena de los que estaban a mi alrededor mientras esperaba a Hoseok.

Los minutos pasaron y lo que había ordenado llegó a mi mesa. Su aroma era increíble y daba un apetito que debe ser atendido. Incluso el plato era lindo como todo en este lugar.

Seguí esperando a que esos dos llegaran, mi plato cada vez se hacía más pequeño. Revisaba de vez en cuando las noticias en el celular, pero nada era interesante hoy. Seokjin venía varias veces a preguntarme si quería otra cosa, pero por el momento solo quería que llegara Hoseok.

Los minutos se hicieron horas y mi paciencia estaban empezando a alterarse. Pasaban de las diez de la mañana y este chico no aparecía. Mi pecho empezaba a doler. Sentía algo que evitaba estar en paz. En mi cabeza se formularon muchas preguntas, entre ellas estaba la curiosidad de saber por qué Hoseok no había llegado.

Pasó el tiempo y ya era de tarde. El reloj ya marcaba las doce con trece minutos. Mi tristeza creció. Hoy que ansiaba verlo, no apareció.

Tenía que volver a casa, ya era tiempo de trabajar y quizá lo haga con mucha tristeza y desgano.

Seokjin se acercó y retiró las cosas de la mesa, viéndome de reojo para cuestionarme.

—¿está inconforme con algo? —

𝕊𝕚𝕟 𝕧𝕖𝕣. 𝕊𝕚𝕟 𝕙𝕒𝕓𝕝𝕒𝕣.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora