CAPÍTULO 6

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¿Has sentido los buenos días?

Son muy raros pero placenteros. Por más que el ambiente fuese caliente, se sentía fresco. La luz no me molestaba, tampoco el ruido ni las cosas de intermedio. Todo se sentía agradable. Mi alarma incluso fue apagada antes de que se activara. Recuerdo cuando pasó lo mismo hace algunos días, todo por la misma razón.

Casi salto de aquella cama con emoción, me importó poco si las sábanas quedaban regadas por los suelos, mi alegría era primero.

Me metí a la ducha para quitarme mi poco sudor. El agua incluso se sentía muy bien, cada gota era muy dulce. El espejo relucía y la ropa era cómoda. Todo me parecía genial.

Hoy tenía entendido que puedo ver al chico de nuevo. Tres días fueron los más largos sin sus ojos perdidos, sin su risa y sin su indiscreción. Todo aquello que una vez lo sentí molesto, ahora sentía la necesidad de escucharlo.

Salí con cierto gozo de aquel departamento rumbo a un encuentro con la magia de mi vida. El sol se proclamaba candente, pero en mi piel solo se sentían pequeños rayos tibios. Había demasiadas personas apuradas para llegar a su trabajo, demasiado tráfico y ruido de varios cláxones. Las personas gritaban, hablaban por teléfono, los niños lloraban, e incluso cierta música escandalosa sonaba de una tienda de electrónica. Aun así, seguía siendo mi buen día.

Llegué a la cafetería y puede lograr ver a Seokjin, quién cargaba esa charola de cristal rosa, le llevaba té en tazas azules con líneas blancas a dos mujeres, una parecía más joven que la otra. Ellas agradecieron y en seguida Seokjin miró hacía la puerta, que inevitablemente me miró a mí por igual.

—Joven Yoongi— se acercó a mí —le tengo su mesa lista, por favor pase— me indicó y con gusto le seguí. En cuanto me acomodé, el chico me preguntó qué era lo que quería hoy. Yo sólo le dije lo de siempre. Después él se retiró sin nada más que decir.

En mi cierta soledad, me sentía emocionado, algo que no quería quitarse desde que había despertado. Era algo indescriptible por la mera razón de que no me pasaba muy seguido. El clima combinaba con los sentimientos que cargaba, sentía el pecho pesado. Ansiaba mucho verlo hoy.

...

Pasaron los minutos en los que me mantuve ocupado leyendo noticias en las redes sociales, éstas han estado muy calientes últimamente.

Llegó el café ordenado y con azúcar gratis.

—Espero que lo disfrute mucho— me dijo —también espero que se sienta feliz el día de hoy. Si necesita cualquier cosa, puedo apoyarlo—.
Le hice saber que estaba agradecido por su trabajo, es un chico muy honrado.

Justo cuando Seokjin se retiró, la campana de la puerta había sonado. Yo al instante giré mi cabeza esperando a que fuera él y en efecto, era él.

Vestía una larga playera azul con un pequeño estampado de letras con unos jeans claros descosidos en sus rodillas, y en juego, unos tenis blancos. Se veía muy cómodo.

Él venía sujetando el brazo de su amigo, quién saludaba a las personas con cierta sonrisa. Hoseok hacía lo mismo, pero... No sonreía.
Su aura llamativa no estaba, a cambio de eso se sentía tristeza, un ambiente que no estaba catalogado como lindo.
Yo sentía aquel joven muy perdido. No sólo su miraba no se posaba en nada, sus pisadas eran tímidas y con mucho temor. Mi corazón se hizo pequeño a tal escena. Quería socorrerlo y tratar su terror al pisar mal. Hoseok se aferraba sólo al brazo de su amigo, parecía que no percibía ningún objeto. Eso me ponía bastante mal.

El amigo lo acomodó en una silla en la mesa del centro y después él se sentó en una enfrente de él. Seokjin llegó a verlo y se acercó para hablarle y posteriormente le dio un abrazo. Hoseok le correspondió de la misma manera. Seokjin hizo lo mismo con el segundo, la cual su nombre no lo recuerdo y se retiró.

𝕊𝕚𝕟 𝕧𝕖𝕣. 𝕊𝕚𝕟 𝕙𝕒𝕓𝕝𝕒𝕣.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora