CAPÍTULO 8

163 25 2
                                    

Parte 1/2

El despertar se ha vuelto ligero desde ese día en la playa. Sentía tanta paz como el viento en las hojas de los árboles. Ir a ese café solo por el chico no estaba en mis planes de vida. Tampoco tenía planeado gastar dinero en flores y pasteles solo para cautivar sus sentidos restantes. Es una locura.

Aquí estoy otra vez. Es un miércoles donde sé que ir a esa florería estaba el chico que entra en pánico cuando se equivoca con algún cliente.

—Buenos días, Yoongi— me saludó justo cuando me paré enfrente de la tienda. Lo saludé con el gesto más simple y típico de todos. —¿qué comprará este día? — observé a mi alrededor.

Quiero el ramo que sea capaz de cautivar a un príncipe —. Él se quedó callado por un momento y procedió a mirar todo lo que tenía en esa tienda. Me invitó a pasar y con gusto lo hice. Me quedé esperando mientras lo veía caminar de un lado a otro.

—Esta.... No, quizás esta... Ugh no, muy pequeña— sus susurros eran ruidosos. Sus movimientos veloces por toda la tienda, mientras agarraba una dispuesta a dármela, pero siempre se regresaba.

—Solo dale una rosa— le murmuró su pequeño hermano, quien no dudó en agarrar una rosa roja. —¿Este le gusta señor? — esta era muy simple.

Pensando que era para Hoseok, una simple rosa era muy bajo para tanta perfección. Dudé de la decisión por un momento, viendo y ladeando la cabeza.

No, eso no es suficiente — le dije.

El chico que buscaba con desesperación suspiró pesado provocando una inquietud en toda la tienda. Mi intención no era ponerlos nerviosos, pero teniendo una voz falsa y fuerte puso al niño sensible.

—Yoongi— me llamó temeroso —sé que esas flores son para Hoseok—.

Mi duda era la siguiente:

Si ya sabe que el detalle va dirigido a Hoseok ¿cómo se atreven a darme una simpleza?

Pensé un rato viendo los ojos de aquel muchacho de mejillas gordas y que tiene por hermano a un niño directo, pero a la vez sensible. Ellos se quedaron callados, parecían que imitaban mi acción en ese momento. En silencio.

—Lo decía porque... Sé cómo es Hoseok. Él es mi amigo—Había olvidado por completo ese dato.  —Hoseok es simple también. Le gusta las salidas misteriosas y llenas de aventura, aunque antes no era así. Los pasteles y flores olorosas no eran su preferencia antes... —

Ya lo sé.

Exaltó de sorpresa —Ah... Eh... Entonces sabrás que él considera belleza en lo simple... —

Ah... eso era correcto.

Aún teniendo esa idea, me negaba a darle una simple rosa al que posiblemente sea el dueño de mi alegría.
Era tan difícil explicarle que no quería eso.

No quiero eso—. Quizás así le entienda.....

—Ah.... Está bien. Le buscaré una digna de Hoseok, una que usted considere perfecta—.

Así me gustaba más.

Los dos chicos se movieron de un lugar a otro, moviendo y entrando por esa puerta detrás. Tardaron unos minutos en lo que yo pensaba si hoy le compraría galletas con sabor a fresa o café con poco azúcar. Me agradaba sus distintas expresiones. 

Ellos llegaron con unas flores similares a un girasol. Estas eran de color rojo y rosa, su tallo verde, recién cortadas.

—Estas son Gerberas — las recibí con delicadeza. —Se dice que las gerberas son flores de la belleza e inocencia. Muy relacionadas a la amistad y con la pureza del primer amor—.

𝕊𝕚𝕟 𝕧𝕖𝕣. 𝕊𝕚𝕟 𝕙𝕒𝕓𝕝𝕒𝕣.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora