Capítulo 17: La quiero a ella

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Había pasado un mes desde la cena en casa de Tessa y Claudia, y hablábamos casi a diario. La futura esposa de mi amiga ya se había recuperado exitosamente y había retomado sus entrenamientos mientras se preparaban para la celebración de su boda. A pesar de que me sentía muy cómoda con haber retomado nuestra amistad y de que estaba agradecida por tener alguien con quien hablar desde que me había mudado a México, sabía que se acercaba la fiesta y eso significaba que volvería a ver a Valentina. Visitaba compulsivamente sus redes sociales, observando hasta el ínfimo detalle en cada una de sus fotos. Al igual que lo había sido antes, Valentina era una persona muy seria y abocada a sus tareas, no tenía tiempo para distraerse y se notaba. No subía demasiado contenido, sin embargo, lo que había era suficiente para enloquecerme. Principalmente cada vez que la veía con alguna otra mujer. No era broma cuando me habían dicho que se la pasaba rodeada de chicas hermosas, la gran mayoría más jóvenes que ella. Pero parecían durar muy poco sus romances. Sin embargo, desde hacía ya dos semana, los tabloides la asociaban con una modelo realmente preciosa: Carmen Hernández Guerrer. Salían a cenar, al teatro, al cine. No se mostraban demasiado afectuosas en público, pero yo podía notar que había mucha química entre las dos y eso me ponía furiosa.

Por nuestra parte, Alison y yo seguíamos en nuestro plan de hacer funcionar la relación a distancia, aunque ambas sabíamos muy bien que no estábamos teniendo éxito. Afortunadamente, me juró una y mil veces que vendría a la boda para acompañarme, lo cual me aliviaba muchísimo. Ir sola a ese evento donde seguramente Valentina llevaría a Carmen o a cualquiera sus acompañantes me parecía la peor de mis pesadillas. El problema era que antes tendría que asistir a la despedida de solteras de las chicas, y Alison ya me había confirmado que no podría venir. Valentina sería la dama de honor de Tessa, por lo que estaba a cargo de la organización de todo, y fue ella misma quien me envió por correo todos los detalles de la celebraciones. Eso significaba que estaba al tanto de mi presencia, que sabía muy bien que volveríamos a vernos. Cada noche me desvelaba imaginando cómo sería nuestro encuentro, que nos diríamos, como actuaríamos. Cada día que pasaba tenía más ganas de verla, y también sentía más pánico por la sola idea de que nuestros ojos volvieran a encontrarse.

Cuando llega la noche de la despedida de Tessa y Claudia, pasé horas y horas preparándome y escogiendo el atuendo perfecto. Por momentos me sentía verdaderamente patética. Valentina no iba siquiera prestarme atención, habían pasado años, probablemente apenas si se acordara de mi, ¿era necesario poner tanto empeño en mi imagen? Aunque traté de convencerme de que no era importante verme bien para ella, elegí el mejor atuendo que tenía. Un traje rojo sin camisa, un poco revelador y ajustado. Jamás lo había usado y parecía la ocasión perfecta para hacerlo.

La fiesta iba a llevarse a cabo en uno de los salones más exclusivos del hotel más lujoso de toda Ciudad de México, algo que obviamente era distintivo de Valentina y los Carvajal. Cuando llegué al lugar mi actitud había cambiado por completo, ya no estaba insegura. Quería impresionar a Valentina, demostrarle que ya no era la adolescente asustadiza que dejaba que ella hiciera lo que quisiera conmigo. Esa noche iba a tratarse sobre probarme a mi misma que todos esos años que había dedicado a mi y a mi carrera habían dado sus frutos.

Valentina

Generalmente, cada que yo era la encargada de organizar un evento, no podía dejar nada librado al azar y me encontraba concentrada a cada segundo en que todo saliera tal y como lo había planeado. Era una obsesiva hasta el detalle y me encantaba serlo. Sin embargo, esa noche, en lo único en que podía pensar era en Juliana. Sabía que en cualquier momento entraría por la puerta y no estaba preparada, definitivamente no lo estaba. Tessa y Claudia parecían estar disfrutando de su celebración, así que podía dedicarme a mirar disimuladamente a cada rincón a la espera de Juliana. Carmen no se despegaba de mi lado y comenzaba a irritarme, estaba fuertemente arrepentida de haberla invitado, pero no quería estar sola cuando Juliana llegara tampoco.

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