Capítulo 20: El recuerdo

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Maratón 2/3

No pude dormir en toda la maldita noche. Cada vez que osaba a cerrar los ojos, mi cerebro decidía reproducir una y otra vez la conversación entre Valentina y yo, repasaba en mi mente cada una de las palabras que yo había dicho, las que ella había pronunciado y la imagen de ella alejándose decepcionada aparecía vívidamente sin control. Eran las 5:30 de la mañana de un sábado pero decidí salir a correr antes de mi horario habitual, no iba a conciliar el sueño y al menos corriendo conseguiría despejarme.

Siempre el camino y yo. Siempre rebotando en el pavimento, sintiendo como el mundo se desvanecía alrededor y me sumía en mi propio universo. Lamentablemente, ese día, ese universo giraba alrededor de Valentina y esos recuerdos que había elegido suprimir durante tanto tiempo y la noche anterior habían salido a la luz para arruinarlo todo.

Abrí los ojos despacio, intentando acostumbrarme a la leve luz que se colaba por las ventanas. Sonreí ligeramente al sentir el peso de Valentina sobre mi y su respiración acariciando levemente mi cuello. Su brazo cruzaba alrededor de mi abdomen y el mío reposaba delicadamente en su espalda. La observé detenidamente, estudiando cada una de sus facciones. Amaba ver sus brillantes ojos color cielo, pero con sus párpados cerrados y el rostro relajado, sin presiones, la hacía ver todavía más hermosa. Era un angel, no tenía dudas de ello. Luego de unos minutos de perderme en su piel y el hermoso momento que estábamos compartiendo, la sed me venció y decidí bajar a la cocina por un vaso de agua. Me deslicé ágilmente debajo de ella, dejándola reposar cómodamente en la cama sin que despertara. Me vestí, y descendí recordando cada una de sus caricias, sus labios sobre los míos, nuestras respiraciones agitadas en sincronía y el placer que había sentido estando con ella. Mi estado de enamoramiento me tenía tan perdida que no me percaté, al entrar en la cocina, que no estaba sola. Caminé hacia el refrigerador, tomé una botella de vidrio y me acerqué a la alacena a tomar un vaso. Cuando acabé de verter el líquido, lo bebí, y en cuánto apoyé el vaso en la encimera una voz me devolvió a la realidad.

- Creí que no irías al baile, Juliana. Que bueno que hayas recapacitado, si es que eso fue o que sucedió - Lucía Carvajal se encontraba sentada relajadamente al otro extremo de la isla, bebiendo una taza de café.

- Yo... Bueno, en realidad... - No sabía que responder. Valentina me había dicho que planeaba hablar con su madre, no podía ser yo quien le comentara sus planes.

- Siempre noté el brillo especial en la mirada de Valentina cada vez que tu estabas cerca. Hay cosas que los hijos no pueden ocultarles a los padres, Juliana. Y el amor es una de ellas. Al principio creí que sería algo pasajero, un capricho porque te veía con Tessa y quería tenerte ella. Ya sabes como es mi hija. Pero la atracción entre ustedes se hacía cada vez más evidente y yo me daba cuenta que no iba a mermar. No me malinterpretes, no me importa que Valentina sea gay o lo que sea que quiera ser. Ese no es mi problema, puede revolcarse con quien quiera. Bien sé que lo ha estado haciendo contigo un buen rato. Pero su vida... Simplemente no funcionaría si ella decidiera vivirla de esa manera, ¿me comprendes? - Hablaba con tanta frialdad que me aterraba, no podía responderle, solo a observaba atónita - El problema aquí en realidad eres tu. Y no me refiero a que tengas algo malo, por el contrario, te lo he dicho antes que te admiro. Eres una chica con ambiciones, con metas bien propuestas. El asunto es que no creo que seas el tipo de persona que pueda quedarse junto a Valentina como un accesorio, mientras ella cumple con el plan que tan trabajosamente se ha trazado para ella. Entonces, pueden suceder dos cosas, o que ustedes simplemente hayan decidido mantener esta especie de relación sin ataduras conscientes de que tienen futuros separados. O, la que estoy segura se ha vuelto real ayer por la noche. Valentina estará dispuesta a dejar todo por lo que hemos trabajado desde que ella era una niña por ti, por perseguir un estúpido enamoramiento juvenil - En ese preciso instante cada célula de mi ser estaba concentrada en que yo no llorara, no quería mostrarle debilidad a Lucía - Imagino que eso debe parecerte de lo más hermoso y romántico, un gesto maravilloso por parte de mi hija que solo ha conseguido que te enamores más de ella. Pues, Juliana, déjame que te abra los ojos. Puede que en un principio, ambas estén felices marchándose juntas, viviendo la vida que según ustedes desean vivir. Pero, ¿qué sucederá cuando Valentina se de cuenta que ya no tiene las mismas comodidades, herramientas o conexiones que antes tenía? ¿Cuándo no pueda sustentarse por sí misma? ¿Cuando se de cuenta de que tiró la basura años de esfuerzos y dedicación y, además, perdió a su familia? Toda esa frustración a cargará contra ti. Valentina se sentirá desdichada, fracasada y sola. Y tú, culpable - Cada una de sus palabras sentían como cuchillos en mi pecho, y cada uno golpeaba más fuerte y más profundo. Pero lo que más dolía era sentir que tenía razón. Era cierto que yo tenía grandes planes y ambiciones y, potencialmente, un gran futuro. Pero en ese momento, no tenía nada. Absolutamente nada que ofrecerle a Valentina y ella lo tenía todo, lo merecía todo - Yo no voy a decirte lo que tienes o no tienes que hacer, Juliana. Eres lo suficientemente grande e inteligente como para tomar la decisión correcta. Pero te advierto, en cuánto Valentina ponga un pie fuera de esta casa contigo alejándose de sus planes, dejará de ser mi hija - Se levantó como si nada y se marchó, dejándome con la cabeza confundida y el alma destrozada. Más tarde ese día, yo ya estaba de camino a Stanford y jamás regresé.

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