La don nadie y el Bad boy

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Hausen caminada por las solitarias calles de la mañana, observando, analizando y estudiando con sus penetrantes y envidiables ojos celestes.
De pronto, unos perros, de raza Doberman, comenzaron a gruñirle y ladrarle de forma desaforada, intentando salir de la cadena que evitaba que muerdan y destrocen a Hausen.
Sin embargo, ella solo se les quedo mirando, incluso, se acerco más. Pensó y se toco el estomago... Rugia de hambre.

En eso, la rosada joven se para delante de ellos, los cánidos se alejan, temerosos, entre mas ladridos y gruñidos. De repente, la boca de la chica se abre en dimensiones imposibles para el humano, mostrando numerosas filas de filosos dientes e hilos de saliva, y de ella salen ocho especies de aguijones amarronados, duros y con semejanza a las patas anteriores de las Mantis.
Al salir todas juntas como lanzas, los perros se aterran mientras Hausen avanza dejando salir de su boca un largo, rojizo y sangriento tentáculo picudo, el cual serpenteaba descontrolado.
Arrinconando a los animales, Hausen se lanza hacia uno de ellos y encaja las ocho extremidades en la cabeza del perro. El picudo tentáculo se entierra en su ojo derecho y le inyecta una sustancia que, simultáneamente, el perro sufra de convulsiones, sus ojos se llenen de un líquido lechoso rosado y comience a salivar sangre junto a espuma.

Sujetándolo, la chica absorbía la sangre y los órganos, ya derretidos por la corrosiva sustancia, mediante su tentáculo, o boca. Se estaba alimentando.
Los demás perros, luchaban por escapar, aterrados, hasta mordían las cadenas intentando, inútilmente, romperlas.
Pero muy tarde... Hausen, mientras devoraba al cánido, mira a los demás y sus ojos cambian.
Sus pupilas se agrandaron y comenzaron a cambiar de color lentamente, así, haciendo que, por medio de algún horrible control mental, los perros comiencen a atacarse mutuamente, hasta morir.
Del pobre perro solo quedaron los sangrientos huesos y algo de piel. Hausen comió como una reina y se le hacia tarde para la escuela. No era un problema.

Katie estaba esperando a sus amigos en la entrada, allí, encontró a Ethan, escribiendo en su celular, y ella corrió hacia él.
-¡Ethan, hola! No te encontraba. Quería ver si podemos tener una relación mas cercana... Mas...
De pronto, Ethan le puso su dedo entre los labios, y Katie se ruborizó como un tomate.
-Recuerdas la deuda. Deberás pagarme... Con tu cuerpo- Anuncio el chico, con una sensual voz, que hipnotizaba a la enamorada joven.- Nos vemos en el receso, adios- Se despidió Goodman guiñándole el ojo, mientras comenzaba su marcha hacia la clase.
A Kathie se le derretía el corazón, estaba aguantando sus orgasmos y fantasías, meramente fantasioso, hacia el gran "Bad boy" de la escuela.

Una fría mano tocó el hombro de Philips, el apellido de Katie, asustandola y volteandose rápidamente. Con sus mas horribles temores, podía tratarse se Hausen, pero, afortunadamente, era su gran amiga Jennifer.
Poseía unas terribles ojeras, su cara, pálida, demostraba su carencia de sueño y descanso. Paso algo anoche y Jennifer pensaba con total seguridad contárselo.
-¿¡Jennifer, por dios que paso!? Estas pálida... ¿No pudiste dormir?- Cuestionó Katie, sumamente preocupada por la salid, tanto física como psicológica, de su amiga de la infancia.
Ella tardó en hablar. Hasta que comenzó.
-A-anoche... Fui a la granja, al parque Neutakoncanut. Allí, v-vi a una horrible, aterradora, indescriptible bestia que salia del sótano de la casa de los granjeros. E-ellos estaban deformes, no quemó nada de ellos, solo carne y órganos petrificados... Las paredes, las santas paredes chorreaban rosado y violeta y los pobre animales... Los pobres animalitos- Repentinamente, comenzó a llorar, pero, continuó. - ¡Los pobres animales se estaban muriendo lentamente, se derretían, mutaban con incesante agonía! Y, y, y luego, esa cosa abominable comenzó a seguirme, a aullar de forma horrible ¡¡Me seguían muchos de ellos!!- Gritaba Jennifer agitándola de los hombros. - ¡¡Hausen estaba en una mesa, chicas, muchas chicas estaban siendo devoradas... Música infernal me infectaba los oídos!!
Simultáneamente, Katie le brinda una cachetada, calmándola. Apenada y, ante lo que ella contó toscamente, aterrada, le dio un fuerte abrazo.
-Tranquila, tranquila. Ya paso... Lo siento mucho, te abandoné, te deje sola ante ese monstruo. Perdoname... Vamos, hay que entrar.

Las dos amigas caminan, charlando para quitar un poco la tensión.
Pero, detrás de ellas, Hausen se acercaba, siempre, con su inerte sonrisa.
En la clase de Katie, hoy se daba geografía y ella, como siempre, andaba distraida. Pero, sus ojos se clavaron en la chica rosada, Hausen, cuando entro tarde y se sentó al lado de Ethan.
A Katie se le pusieron los pelos de punta y ver como el chico le hablaba lo mas natural que podía.
-No...

La clase era silenciosa, apagada desde la llegada de Rebecca. El tiempo paso y pasó hasta que el potente timbre sonó con furia.
Rápidamente, Katie salió del salón buscando a sus amigos.
Detrás, lo seguía Goodman, con intenciones desconocidas.
La siguió unos cuantos metros, y cuando Katie, preocupada, se detiene, rápidamente Ethan la arrincona.
-Pequeña...- Vociferó Goodman sonriente, acercándose a la ruborizada y sorprendida Katie.- Mira Philips, el trato, si bien no ah acabado, podemos pagar cuotas... Hoy, perderás tu virginidad- Dijo el chico, con sensual voz suave, hacia el oído de la chica.

Rápidamente y a escondidas, la llevó al baño y se ocultaron en un cubículo.
-¿Quieres que empiece yo?...
Pero Katie no respondió. Su cara estaba pálida de un terror el cual Ethan estaba desconociendo o ignorando.
Ahí estaba, esa abyecta bestia sin corazón, espiándolos desde arriba de la puerta.
-Bajate los pantalones, y comencemos - Sugirió Goodman, excitado. Al ver a la chica distraída, agarro su cintura y comenzó a quitarle las prendas.
Katie volvió a la realidad y vio a el chico malo semi desnudó y ella sin pantalones. Avergonzada, miro para todos lados y se cubrió su entre pierna.
-N-no puedo aquí ¡Es la escuela! No tiene sentido!- Exclamó ella, algo asustada.
-Eso no importa, Philips, solo, gime para mi...- Respondió, mientras lentamente, introducía su sinuosa mano en las partes intimas de Katie.
Ella miro arriba, aguantando los orgasmos, y la aberrante chica rosada, desapareció.
A pesar de todo, su fantasía se hizo realidad de una forma no deseada.

La profesora de literatura, Amy Derleth, caminaba por los pasillos con unos cuadernos grandes, hasta que se detuvo al ver a Jenmofer escribiendo, o dibujando, algo en unas hojas.
-Jennifer ¿Como esta todo? Katie me contó sobre ti.
La joven la miro y, en las hijas, miraban extrañas letras,signos y siluetas en grafito.
Su cara, con unos ojos sin dormir, sus dientes, que temblaban como su hiciera mucho frío y su voz, tan agobiada, habló.
-S-señorita Derleth... No me siento muy bien... Ella me persigue, me quiere... Ayuda ¡Ayuda!- Exclamo ella, aferrándose con terror en los ropajes de la profesor a.
Amy, confundida e insegura, miro a todos lados y tomó de la mano a la joven Tanner.
-No tengas miedo, conmigo, estarás segura. Dime ¿Que pasa? Quiero ayudarte.
-La semilla... D-digo, digo, Hausen, Rebecca Hausen me sigue, ella no es humana, ni es na-nada que podamos comprender... Detrás de ella, de ese bonito cuerpo, se esconde una a-aberración, cósmica... Algo encerrado en algún lugar desconocido. T-tengo miedo profesora, tengo miedo- Explica, de forma escueta, abrazando mas fuerte a la impactada mujer.
-Bueno, yo te ayudaré en... Lo que fuese que hayas dicho. Cuenta conmigo, nos vemos- se despidió Amy siguiendo su camino.
A su lado, y parada a un costado, Hausen la observa, analizándola. Ya sabe que hacer.





La chica de lentes rosadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora