Salida

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La estatua rugió y un aura rosada se apoderó de la zona.
Jennifer veía aterrorizada los infinitos ojos de ese horror incalculable. Aun sus tentáculos estaban pegados a la solemne estatua, pero, cuando la chica rodeo la gigante estatua, solo quedaron dos pilares de pie, los otros cinco estaban destruidos.
No quedaba mucho tiempo. Tampoco, esperanzas.
Sentía como era seguida y asechada por cosas horribles, que nadaban cada vez mas cerca de ella.
De repente, una criatura esquelética, similar a la que encontró en la casa de los granjeros, le dio un golpe en la cara y despertó.

Estaba húmeda, como es costumbre. Esta vez estaba mas preocupada todavía, si no se hacia nada contra Hausen, todo acabaría.
Se levanto y miró por su gran ventana. Veía como las personas pasaban tranquilos, ciegos del caos que se avecinaba inevitablemente.
Lo mas piadoso del mundo, es la ignorancia, con ella, estas a salvo de los horrores y las verdades decadentes. Todos morirán, sea como sea. Es un destino ya escrito en el ADN de los seres vivos y en los átomos de la materia.

Sin esperanzas, camino a la cocina y se preparo un te de manzanilla, a ver si le subía los ánimos.
En eso, le llega un mensaje de Katie. El cual decía:
"¡Hola, Jenni! Sal de tu cueva e intentemos olvidar por un momento a la chica de rosa. Vamos al parque a las tres de la tarde ¿Te parece? Que estés bien"

Jennifer lo pensó, su estado mental se lo impedía, no podía entender como Katie podía salir con seguridad, sabiendo que la aberrante Hausen puede estar por donde sea, siguiéndolos y planificando su siguiente y atroz acción.
Le era inevitable no alterarse al ver algo rosa, ni podía salir sin desconfiar de todos. No estaba en condiciones.
"Lo siento Katie, pero no me siento bien. Ayer a la noche casi me mata, me duelen las manos, me duele todo, no puedo salir ni a comprar. No tengo a nadie, ni mi familia... Lo siento"

Esas palabras hicieron reflexionar a Katie. Tenia razón, estaba en un estado horrible. Pero, si le insistía y la acompañaba, podría mejorarse.
Ella era positiva a pesar de los horrores ocurridos, ella intentaba alentar a todos y no caer en la locura, aunque le resulte difícil. No dejaría escapar esta oportunidad.
Habló con Richard sobre la salida, estaba todo planeado y, en lo posible, todos asistirían.
Sin embargo, Katie también tenia en cuenta los peligros. La aberración rosada podía estar allí, incluso, podría estar espiándolos justo ahora, prediciendo sus planes para arruinarlos.
Debía estar alerta ante todo, y en caso de desastre, grabarlo.
Con todo planificado, sólo quedaba esperar.

Rochard ideo preparar unos sándwich para llevar y comer entre todos. Sonaba genial, y cuando se lo planteo a Katie, se vio entusiasmada.
Hablaron por horas con Jennifer, intentando recuperar su animo, intentando convencerla de que todo iba a salir bien.
Pero la maldiciones que poseía Jennifer, era el de conocer y saber lo inevitable. Solo dos pilares de los siete que habían.
Madre llegará.

Richard dedicó su tiempo a haraganear con su computadora, viendo vídeos, riéndose de serie de humor negro, escuchando canciones de bandas noventeras y mas atrás, etc.
Por fin, se sentía mas relajado. Algo que, a decir verdad, lo extrañaba.
En un momento, miró por la ventana y vio un día hermoso, soleado y fresco, perfecto para salir. Un grandioso sábado.
Por otro lado, Katie se concentraba en sus lecturas adolescentes digitales. Esperando a la hora indicada para salir, vio el cielo celeste y la agradable temperatura, así, se olvido completamente de Rebecca, se sentía, tal como richard, relajada.
Sentía comí su ella, la monstruosidad, se hubiese ido de Providence a la mañana. Como si hubiese desaparecido.
Pero, tanto Richard como Katie, se equivocaban. La aberración rosada los vigilaba todo el tiempo, oculta en la oscuridad, ahora, físicamente inactiva pero su compleja y extraña mente trabajaba como nunca antes.
Daba leves indicios involuntarios de su existencia, mayormente, fallos electrónicos, pero, como los dos jóvenes estaban muy distraídos, no los notaban. Algo favorable para Hausen.

Sin embargo, Jennifer seguía tirada, cansada y sofocada.
La presencia de esa criatura se forzaba aun mas en el hogar de los Tanner.
La joven, cansada de estar acostada, camino al baño y se lavo la cara. Al mirar su reflejo, salto de un susto y sus brazos se agitaron de repulsión.
En aquel infernal espejo, se veía una Jennifer sin ojos, grandes cuencas negras, una boca similar a la de Hausen, vertical con afilados y grotescos dientes, y un incesante lagrimear de color violeta y rosado.
La cosa no se movía, mas bien, se movía al mismo tiempo y en las mismas direcciones que Jennifer.
Entendió, por obviedad, que su reflejo se había alterado, imitando con normalidad sus movimiento.
Lentamente y temblorosa, salio de espaldas del baño y cerró la puerta, asqueada de su horrible copia.
Miro a su derecha, en dirección a la habitación de sus padres, y vio a David inerte, sonriendole a algo invisible. Intentando ignorar esa rareza, Jennifer se frotó los ojos y al finalizar, se aterro y sintió su corazón Katie como tambor descontado.

Hausen estaba allí, riendo con lo que fue su hermano menor que tanto amaba.
Jennifer se llevó las manos a la cabeza, luego, tanto Hausen como David, miraron a la chica aterrada.
Solo se fueron hacia la habitación y allí desaparecieron.
Paralizada, Jennifer intentaba creer que lo que presencio fue solo una ilusión. Pero, sabia muy bien que así no era, y debía enfrentarlo.
Pasaron unos minutos y volvió a moverse. Escucho su risa irritante, no la soportaba, le helaba la sangre su sola presencia, pensaba salir, pero, necesitaba ayuda, ni podía sola. Ya no se sentía estable psicológica para salir a la calle.
Fue a su cierto t pensó, pensó y pensó.
No veía esperanzas, no veía un futuro claro con la bestia que la asechaba. Predecía su muerte. Lentamente, cerraba los ojos, se dormía...
Tenia miedo, miedo que su letargo fuese igual al de la aberrante criatura pétrea hundida en aquella desconocida ciudad ancestral; eterno.

Las horas pasaron y Katie estaba ansiosa, podía sentir el bello viento rosar su cabello, con su dinero y celular, además de las llaves en sus bolsillos, salió de casa y contacto por llamada a Richard para avisarle que ya era hora y que le notifique a Jennifer para asistir.
Feliz, se dirigió a la plaza mas cercana y se ubicó en un lugar con sombra.
Y allí, esperó.


La chica de lentes rosadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora