La chica de lentes rosados

Identificando la amenaza

El sol disparó sus primeros rayos solares y la luna se ocultó de ellas. En ese entonces, Katie se levantó y decidió no revelar nada de lo sucedido. Quizás sus padres no le creen.
Se preparó su mochila, se guardó su celular y se peinó para ir con mas arreglo. Abrió la puerta y camino por la gris vereda a su escuela.
En el camino, vigiló sus alrededores, con miedo pero a su vez, confianza de no encontrar a esa horrible y misteriosa chica.
Siguió dando paso tras paso, dio una rápida mirada al parque donde ayer se la encontró. Pero, afortunadamente, no había nadie.
Con una sonrisa, Katie se sentía mas segura, aunque no bajó la guardia.

Sus pensamientos eran diversos tal como sus teorías sobre el origen de la chica rosada. Tenía la hipótesis de que ella seria un poderoso espíritu, el fantasma de una estudiante que toma venganza. Pero para afirmar tal hipótesis, debía saber de su identidad. Esa será su misión de hoy: Saber el nombre completo de esa rara chica.

Llegó a la entrada de la escuela y se encontró a sus amigos, se sentía mas segura con ellos.
-Hola Richard ¿por qué no contestaste anoche?
-No pude, ya que descubrí cosas increíbles en mi computadora. Encontré tres vídeos y cinco imágenes muy extrañas. Las imágenes eran casi iguales, pero a la vez diferentes. En todas habían unos dibujos y letras, al parecer formaban un texto en un idioma que no entiendo. Pero si veo como traducirlo, les mandaré el significado.
-¿Y los vídeos?- Preguntó Jennifer.
-Bueno, el primero mostraba unos colores movedizos con sonidos o palabrerías, obviamente y para mi, carentes de sentido. A no ser que, al igual que las imágenes, se traten de un idioma antiguo.
-Increíble. Tengo una idea, le preguntáremos a toda la escuela el nombre de la rara de rosa ¿les parece?- Sugiere Katie con emoción.

A diferencia de los dos, Jennifer no se sentía cómoda. Puede que no salgan vivos de esto. Tenia ese temor.
-Miren, quizás sea algo mas. Algo mas allá de lo que podemos enfrentar.
-De por si, ya tener que enfrentar a un fantasma es difícil- Adjunta Katie elevando sus hombros.
-¿Un fantasma? ¿Crees que sea eso?- pregunta Jennifer cuestionando esa teoría, mientras paseaban por los pasillos.
-No creo eso... Quizás es algo mayor ¿están seguros de esto?- Añadió Jennifer abriendo su casillero.

Katie se sentía segura, consciente y firme de sus del decisiones, lo que mas quería, era sacarse ese problema de encima y vivir como antes, ella solo quería una vida normal.
Mientras tanto, Richard cerró su casillero y fue directo a un alumno.
-Disculpe buen joven ¿Sabe el nombre de la chica de lentes rosados, cabello también rosa y demás?
-Si, es muy famosa ¿como no lo sabes? Se llama...- Dijo el nombre, pero el timbre tapó su voz y no permitió escuchar a Richard.
-Perdona, no,logré escucharlo ¿me lo repites?- Pide Richard con molestia.
-Lo siento, no repito las cosas dos veces. Adiós...- Responde el chico con una sonrisa, siguiendo su camino

Richard quería matarlo, pero estaba en la escuela y no quería problemas.
Volvió con Katie y le dijo la noticia, ella no estaba feliz. Pie lo que pensó en hacerlo ella misma.

En el descanso, fue hacia una profesora y comenzó su interrogatorio.
-Disculpe señorita Amy ¿Sabe como se llama la chica de pelo rosa? Nunca se su nombre.- Pregunta la castaña tocándole el hombro.
-Hummmm- Piensa la profesora con una mano en su barbilla.
-Me acuerdo... Creó, ya que no está conmigo. Era de apellido Hausen ¿Por qué?
-Es que... Le diré si me responde esto ¿Hace cuanto esta ella aquí?
-Hace menos de una semana. Desde ayer.
-Pero estamos en Abril ¿como la dejaron inscribirse?
-La verdad no tengo idea... Solo la vi ayer y ahora parece que todos la conocen. Es extraño.
-Profesora, estamos igual- Afirmó Katie paseando a su alrededor.
-Esa tal Hausen comenzó a acosarme, a mi y a mis amigos. No hay registro de ella, no hay razón del porque llegar a inscribirse a mitad de año.
Las cosas no cuadran ¿no, profesora Amy?-

Amy estaba confundida, no sabia que decir ante esas hostigantes palabras hacia Hausen. Estaba algo de acuerdo con su misteriosa y repentina aparición en Providence. Pero, no creía que fuese para tanto.
-Creo que estas exagerando un poco, digo. Ella solo vive su vida, tendrá problemas, como el hecho de ser muda, pero mas allá de eso, es normal.
-¿Y no cuentas otro hecho? ¡Cuando te mira, sientes que te come el alma! Nunca parpadea, su cara no cambia, es demasiado callada ¡¡No la oigo ni respirar!!- Dice Katie, comenzando a gritar.
Amy intento calmarla colocando su mano en la cabeza de la adolescente.
-Tranquila, puede que de miedo, pero quizás es una enfermedad. Vi personas que no pueden parpadear y otras que tienen la cara paralizada, incluso gente que casi ni respirar y necesita un aparato medico de respiración. Deja de ser prejuiciosa y dejala vivir. No te hacho nada malo.
-Por ahora... Bueno, gracias de todas formas. Adiós-
Se despide Katie con una notable decepción en su cara y caminata.
Como obligación, debió volver a clases.

Sentada en su pupitre, dibujaba garabatos en la mesa. La profesora no venia mas y todo el silencio la hacia dormirse. Hasta que lo logró.

En el piso de abajo, Jennifer copiaba unas ecuaciones de la pizarra.
Les resultaban muy difíciles y debía comprenderlas, o notas bajas le llegaría. Descansando sus agitados dedos, mito al pasillo y vio a la chica rosada. Mirando de espaldas a la ventana de afuera, estando inmóvil.
Jennifer volvió a su hoja, luego volvió a dar una mirada hacia la chica y esta vez la miraba directo a ella. Jennifer sintió escalofríos y unas imágenes invadían sus ojos. Imágenes distorsionadas de algo irreconocible. Excepto algo pequeño pero de mucha importancia, David. Lo logro ver, en una de esas rápidas imágenes invasivas, sosteniendo algo largo mientras miraba un cuerpo dudosamente vivo enfrente suyo.

Su vista volvió a la realidad y la chica rosada ya no se encontraba. Desapareció.

A Richard le volvieron los mensajes raros, esta vez, en su celular. Pero no pensaba leerlos ahora. Estaba en medio de la clase de ingles, y no le iba muy bien en eso.

La escuela fue tranquila. Llego el fin del día y todos se fueron a sus casas, como debe ser. Excepto Hausen, que fue por otro camino, a un destino desconocido. Mas específicamente, al bosque en dirección a la granja.