El horror esta muy cerca

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El desazón, junto un constante miedo, invadía el ser de Katie. La clase comenzó y estaban escribiendo un texto con actividades de comprensión lectora.
—Y como ultima pregunta ¿Que fue lo que causó las anomalías en la finca Tanner?— Dictó Amy, finalizando la cantidad de preguntas.
—Cualquier duda, consulten el libro...— Avisó la profesora dando una mirada panorámica al salón.
Katie estaba temblando y no se atrevía a mirar a la derecha, ya que allí moraba un horror desconocido pero poderoso.

Amy se acercó a ella y la estudio con la mirada. Comenzó a preocuparse por ella.
—Katie ¿Te encuentras bien?...— Pregunto la profesora, en una voz casi susurrante.
Katie la miró, y su cara demostraba la viva representación del miedo y la desesperación. Su corazón latía como tambor y comenzaba a sentir una neuralgia aterradora.
—P-por favor, profesora Derleth, quiero cambiarme de lugar... Por favor— Suplicaba la joven, pálida.
Amy se asusto por esto y miro a Hausen, la cual escribía en su carpeta.
—Bueno, pero solo en mi turno. Vamos a esa fila— Contesta Amy indicándole su nuevo asiento.

Rápidamente, la castaña salio de su lugar y se apuró a sentarse a tres bancos lejos de Rebecca. Ella solo la observaba con su inerte sonrisa.

Ethan, que se sentaba atrás de Katie, Mira a Hausen, deseando que lo sucedido ayer fuese solo producto del sueño.
Pero, tampoco era fea, si bien parecía esa nerd que prefiere las biblioteca que la discoteca, tenia un cuerpo sensual.
Pero el problema era el hecho de ser muda.
—Profesora Derleth ¿me puedo cambiar de lugar hacia adelante?— Pregunta Goodman levantando la mano.
Amy asienta con la cabeza y vuelve con su libro.
El chico, con el apodo de "Bad boy" se sienta al lado de Hausen y la saluda.
—¿Que tal, Rebecca? Todo bien. Ufff, anoche fue potente, vi cosas raras, es mas, te vi a ti, pero como un monstruo ¡JA! ¿Te lo imaginas? ¿Como puede ser eso posible?— Hablaba Ethan mientras Rebecca seguía escribiendo, hasta que acabó y dirigió la mirada hacia Goodman.
Su sonrisa, eterna, tétrica, pavorosa, acompañaba sus celestinos ojos, que asimilaban al horrible planeta del cual, un horror demencial, palpitante e indescriptible, yacía inerte. Hundido.

La visión de Goodman comenzó a alterarse. En el fondo, veía todo retorcerse vilmente, las personas se deformaban con vomitiva obscenidad y un incesante timbrazo infernal sonaba junto a millones de cánticos del inframundo que clamaban por alguien, o algo. La atmósfera se volvió tan pesada en cuestión de horribles segundos.
Ella no despegaba su horrible mirada de él. Lentamente, Ethan comenzó a sentirse sofocado, acalorado y un dolor de cabeza considerable.
Era la lucha de una mirada rebelde, galán, contra la mirada infinita de algo desconocido, algo que hacía que la vida de todos peligrara y que la cordura penda de un dañado hilo oscuro.
El chico apartó la mirada, y luego de unos minutos, comenzó a reír llevándose las manos a la frente.
—¿Que demomios fue todo eso? Creo que debo dejar de hacer mis... Travesuras. Y hablando de eso ¿Que te parece si nos conocemos mejor, lejos de la escuela ¿Eh?— Sugiere el confundido, pero confiado Ethan. Realmente, se sentía incómodo.

El timbre del receso sonó hace tiempo, Katie fue la primera en salir e ir a buscar a sus amigos. Esta alterada, aterrorizada por tener semejante horror demencial en su salón.
Fue por Jennifer y la encontró comiendo algo, ella seguía pálida y poseeyente de sus terribles ojeras.
—¡Jenni, allí estas! Mira tengo una noticia... Para nada buena ¿Te la digo?
—Solo hazlo— Replica la chica de cabello escuro, en un tono apagado.— De igual forma, R'kkatlahrk despertará...

Katie palideció ente esa oración.
—¿Err qué? Explicate— Afirmó la chica sentándose a su lado.
Jennifer la miro con sus ojos caídos y musitó las siguientes palabras, dirigiéndose hacia su comida.
—Presa, hundida, atrapada.
Durmiente en las entrañas de una antigua ciudad muerta, de un Celestino planeta olvidado.
Ella espera, paciente.
Sus semillas despertarán y se esparcirán por el universo.
Solo una llegará.
Solo una sera la pionera de la locura.
La cual cual despertara al "Horror demencial"
Siete sellos... Siete...— Repentinamente, Jennifer cayó y se durmió.
Katie se apuró a levantarla y una gentuza se género al rededor. Enseguida llegó un profesor y logró despertar a la chica luego de moverle repetidas veces la cabeza.
—Señorita, ¿Se encuentra bien? ¿Quiere que llamemos a sus padres?— Preguntó el docente, mientras la joven se despabilaba.
—N-no, no, quiero comer... Comer— Respondió confundida mientras volvía a sentarse.
Cuando todo se calmo, Katie y Jennifer comenzaron a caminar, pintando olvidarse del incidente. Aunque, las extrañas palabras de su amiga, dejaron confundida a Katie. Estaba, aunque lo ocultase, asustada.

Pero, se paralizó al ver a Hausen enfrente suyo, enfrente de las dos chicas.
Jannifer cerró su puño con furia, y al ver que la bestia rosada se acercaba, adjunto una fuerte piña directo a su inerte cara.
Hausen cayó y sus lentes rosados volaron  todos los demás miraban la escena atónitos. Algunos abucheaban a Jennifer y ella los miraba con un odio repulsivo.
Rebecca juntó sus lentes, se levantó y le dio un potente golpe en la cara.
De pronto, Jennifer se encontraba en una inmensa habitación extraña. Flotaba, y así se dio cuenta de que estaba nuevamente en ese horrible océano alienígena.

Se paseó por las extensas galerías, caracterizadas por una arquitectura imposible, abrumadora. Las paredes musgosas se adornaban de escritos y dibujos imposibles de entender, algunos pasillos, poseían grandes estatuas de criaturas, a ojos humanos, horribles. Objetos anómalos, sonidos y seres que la volvían loca, debía salir.
Divisó la salida hacia la luz esperanzadora, atravesó ese portal enorme y volvió a la ciudad submarina, abandonada, y olvidada. Allí, en el centro, moraba con sombría grandeza, esa extraña estatua anómala. De sus ondulados cuernos, pinchos craneales y un cuerno único en su frente, emanaba una luminiscencia rosada, potente.

Decidió rodear la enorme y pétrea monstruosidad inamovible, logró ver siete pilares ubicados alrededor de la estatua. Cada una, con un sello diferente, brillante de potente amarillo divino. Pero, una de ellas estaba apagada, derrumbada.
Ahí fue cuando Jenniffer comprendió.
La solemne estatua rugió y algo la golpeó.
Al fin, despertó.

Estaba en su habitación, en su cama. Respiró aliviada, pero, no debía alegrarse. Ella sabia algo sin precedentes, algo que podía salvarlos de este horror. Mirando el techo, sintió humedad, mojada.
Se destapo y se llenó de vergüenza, se había orinado en su cana... O eso creía. De hecho, no estaba segura, no venia de su entrepierna, estaba en toda la cama.
—El sueño... Es muy real para serlo— Comentó asombrada. Rápidamente salio de su cama, abrió la persiana y estaba atardeciendo. Durmió mucho.

Rápidamente, agarró su celular y mensajeo a Katie:
"¡Katie, no podrás creerlo, se que bebemos hacer para detener a Hausen! Contesta ya"

Luego de unís minutos, Katie responde:
"¿Como? Dime, ¡serás de mucha ayuda!"

Jennifer:
"Bien, básicamente, debemos ir al bosque y detener, lo que sea que haga allí y acabarla"

Katie tardó un poco, no escribiendo, sino, pensando.
Finalmente, escribió:
"Jenni, ir al bosque fue una misión suicida, las grabaciones se perdieron y quedamos traumados.
" No pienso volver. Al menos yo. Voy a comprar"

Jennifer miró la ventana y como todo se oscurecía con sombría intención.
Quería ir, e iría, para enfrentar, lo que mas la aterra...

La chica de lentes rosadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora