*CAPITULO 11*

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EL ENGAÑO ES TEMPORAL , LA TRAICIÓN ES INSTANTÁNEA Y SUS CONSECUENCIAS SON DEVASTADORAS Y PROLONGADAS.

Bastian

Estoy terminando de cenar ,cuando entra mi jefe de seguridad esta tenso algo poco habitual en el.

–¿Te preocupa algo? –le pregunto con el ceño fruncido.

–Tal y como pediste, Federick ha estado vigilando a la señorita Amaris y ha charlado con una de sus vecinas . Por casualidad, se ha enterado de algo que, seguramente, tú ya sabes, pero...

–¿De qué se ha enterado? –le pregunte.

–De que la señorita Amaris tiene un hijo.

Lo miró sorprendido.

–¿COMO?

–Al parecer... cuando la señorita llegó a vivir aquí estaba embarazada. 

De repente, me  siento como aturdido y no pudo pensar con claridad. Parpadeó rápidamente para intentar concentrarme. Amaris tenía un hijo, un hijo de otro hombre. Había estado con otro hombre. 

No tenía que haber ido a verla antes de haber recibido el informe . Aquel era el resultado de su ridícula impaciencia. Enfadado es poco lo que siento, lo mínimo que podía haber hecho ella era contárselo. 

Apretó los labios y después llamó por teléfono al investigador , que le confirmó sin dudarlo que Amaris tenía un hijo, pero que todavía no había conseguido una copia del acta  de nacimiento y que, por ese motivo, no podía darle más detalles.

¿Por qué no le había contado Amaris que era madre? Al fin y al cabo, había tenido la excusa perfecta para no reanudar su relación, ¿por qué no la había utilizado? ¿No se le había ocurrido pensar que no querría volver con ella si tenía un hijo? 

Me pongo de  pie estoy furioso porque Amaris había conseguido algo casi imposible: ponerlo en ridículo. Jamás habría vuelto con ella si hubiese sabido que tenía un hijo.

Amaris

 Me introduzco  en la bañera y pasó las manos por las burbujas que había sobre la superficie del agua. Era mi noche, en la que me dedicaba a hacer lo que más me gusta. Mateo estaba en la cama, la cocina estaba limpia.

 Iba a acurrucarme en el sofá a ver una película romántica y a comer chocolate. Aunque ya no creyera en el amor, tenía que reconocer que era un género que todavía me gustaba.

Se estaba secando cuando oyó el timbre. Hago  una mueca y me pongo la bata para bajar las escaleras, descalza, con prisa para que no volviesen a llamar y despertara a Mateo. 

Abro la puerta y me pongo tensa. Era Bastian, vestido con unos vaqueros y una chaqueta de cuero. no estaba acostumbrada a verlo sin traje, pero en vez de fijarse en su ropa, pronto me llamó la atención la expresión de su rostro. Tenía los ojos muy brillantes y las mejillas encendidas.

–¿Por qué no me has contado que tienes un hijo? –inquirió con brusquedad. 

 Palidecí y abro la puerta para dejarlo pasar, consciente de que aquella era una conversación que no podían tener allí.

–Será mejor que entres.

–Por supuesto que voy a entrar –replicó Bastian, avanzando por la casa con paso decidido y abriendo la puerta del salón como si estuviese acostumbrado a estar allí.

«Lo sabe», pensé consternada. «Lo sabe y está furioso».

Bastian, que estaba justo delante de la ventana, se giró y la fulminó con la mirada, como si se sintiese muy ofendido.

–¡Jamás te habría buscado si hubiese sabido que habías tenido un hijo con otro hombre!

«Un hijo con otro hombre». Me relajó un poco al oír aquello, ya que su secreto seguía a salvo. Como era evidente, a Bastian no se le había ocurrido pensar que el niño podía ser suyo.

–Sí, tengo un hijo –le confirme–, pero no me parece que sea asunto tuyo...

–Theos... Por supuesto que es asunto mío, ¡te he estado pidiendo que volvieses conmigo! –le espetó él.

Así que no la quería si tenía un hijo. Aquello tampoco la sorprendió. Tal vez hubiese querido un hijo legítimo de Eleonor, pero solo porque tenía que preservar su linaje y porque quería tener un descendiente que heredase su imperio.  

No le gustaban ni le interesaban los niños. Tenía sobrinos y sobrinas, porque al menos dos de sus hermanas estaban casadas y tenían familia, pero nunca había hablado de ellos de manera positiva, solo lo había oído quejarse de que hacían mucho ruido, que planteaban problemas y eran indisciplinados cuando los mayores se reúnen

–No tenía por qué informarte de que tenía un hijo, ya que no quería volver contigo –contestó ella con naturalidad, ya no se sentía amenazada

 –¿Y lo que casi ocurre esta tarde? –me pregunto.

–Te he dicho que había sido un error –le recordé–. Un error que, evidentemente, no se volverá a repetir.

Bastian me estudia con la mirada, tenía el rostro rosado, estaba despeinada y, sin duda, no llevaba nada debajo de aquella bata. Al moverse, la tela se me pega al cuerpo y se me marcan los pezones, y en cuestión de unos segundos los ojos de Bastian están dilatados.

–¿Quién era él?

–Eso no importa.

 Respira despacio, profundamente.

–¿Cuántos años tiene el niño? 

–Un año –respondí, aumentándole un par de meses a Mateo para que Bastian no sospechase que podía ser suyo.

Él se quedó pensativo y apretó los labios.

–Supongo que estuviste con él de rebote cuando me dejaste a mí.

–¡No eres el centro del universo! –replico, poniéndome a la defensiva.

–Pero es evidente que no sigues con él...

–No todos los hombres están hechos para ser padres –le contesto.

–Lo mínimo que puede hacer un hombre es mantener a sus hijos –declaró Bastian–. Es la obligación más básica.

–Bueno, pues no es el caso...

-En cualquier caso, tenías que haberme contado que tenías un hijo nada más de verme. Eso lo cambia todo, no lo puedo aceptar.

No pude evitar sentirme culpable,su hijo no era un trofeo ni una forma de venganza.su hijo era solo un ser humano pequeño, al que, tal vez en unos años, no le gustaría la decisión que había tomado su madre.

LA AMANTE TRAICIONADA - Mariams RodríguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora