Capítulo 24

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Ya solo faltaba una hora para mi descanso y acababan de aparecer mi cuñada y mi novio, si es que le puedo llamar novio, porque realmente no se lo que es...

- ¿Qué quereis de comer? - dije con una sonrisa de oreja a oreja. 

- A mi lo de siempre, mi hermana tiene que mirar la carta. Ven después cuando ya lo haya decidido.

- Cathina, de verdad, no hace falta que...

- No estoy obligada a darte mi casa, y en ningun momento le daría la espalda a una persona que ha sufrido lo que has sufrido tu y menos si ahora formas parte de mi familia. - dije mientras le daba un beso en la frente y me alejaba para recoger mesas y seguir atendiendo a los clientes. Cinco minutos volví a acercarme y ya pidieron los dos. Mientras recogía las mesas de fuera, me quedé mirando el día nublado que hacía hoy y lo pronto que caería la nieve. Solo faltaba una mesas y unas cuantas sillas cuando, mi cuerpo comenzó a temblar y mis piernas a retroceder. Allí estaba él, el del club, mirandome desde una esquina. Recogí las sillas y como pude, me metí en el bar. Hoy cerrabamos antes por motivos personales de Gloria y todavía no me quería dejar sola al mando de cocina y atender mesas.

Tuve el descanso de la comida y me senté donde me estaban esperando Aaron y su hermana. Mientras hablaban sobre el tema de su marido y ella, yo escuchaba con atención mientras Aaron la interrumpía para insultarlo o darle la razón a su hermana. Aunque llegó a tal extremo que casi tuve que meterle una servilleta a mi novio porque no dejaba a mi cuñada hablar.

- Por mi deberías de quedarte en mi piso, te tenemos cerca, no conoces la ciudad y es dos segundos tendrás nuestra ayuda, si te llama pidiendo que vuelvas o si te amenaza, Aaron automaticamente puede dar parte en su comisaría. - dije mientras limpiaba la mesa con la balleta. - Además, me has caído muy bien y he visto algunos conjuntitos de tu maletas que son muy divinos. - dije mientras todos nos reíamos. - Quiero que te sientas agusto y como en casa, si realmente no quieres vivir allí, lo entenderemos. No podemos obligarte a nada. 

- A lo mejor puedo echarle un vistazo al piso. - dijo ella sonriente. Entonces fui a darle un abrazo y a darle las gracias de intentarlo al menos. Ha sido un detallazo. Pensaba que me mandaría a la China.

***

- ¿Que te ha parecido? - dije cuando salíamos del piso.

- La verdad es que me parece estupendo, es muy acogedor, mucha luz e incluso parece mas grande que el vuestro. - dijo mientras se reía. - Muchas gracias por ayudarme Cathina. Aaron mejor que tu ex novia es eh. - dijo mientras se metió en casa.

- ¿Segura que estás de acuerdo en que viva a menos de tres metros de nosotros dos? - dijo Aaron con una sonrisa de oreja a oreja.

- No la conozco, no se le ve mala mujer, es simpática... Oye tan mala no puede ser. Además le he caído bien desde el primer momento, ¿eso es bueno no? - dije entrando en casa y Aaron pisándome los talones.

- Ya lo averiguaras tu misma. - dijo encogiéndose de brazos.

- Ah no no y no. No seas malo, a mi no me pongas nerviosa Aaron.

- ¿Te he dicho alguna vez lo guapa que estas cuando te pones nerviosa? - dijo cogiéndome de los mofletes.

- ¿Te he advertido alguna vez que puede pasar a partir de ahora cuando intentes ponerme nerviosa? - Aaron no había entendido aquello y quiso acercarse a mi para que se lo dijese, pero con mi linda cabecita negué y el se quedó parado. - Te puedes quedar sin sex...

- No, no y no. Con eso no se juega señorita. No sea mala. - dijo el intentado acercarse a mi, pero empecé a correr por el salón con el detrás. Él es más rápido que yo y consiguió (con delicadeza) tirarme al suelo para tenerme atrapada. - Ha sido usted una chica mala.

- Lo siento señor agente, ¿he sido mala? ¿Que es lo que he hecho? - dije intentando ponerme sería y no reirme.

- Usted ha cometido un delito, y ese delito es robarle el corazon a este policía. - y ahí fue cuando supe que yo de verdad quería a este hombre, con solo esas palabras había conseguido ablandar mi corazón.

- Te quiero Aaron. - dije mientras lo besaba pasionalmente. 

- Quereís que os haga tortitas? Oh dios mio, ¿otra vez? - dijo Rosalía tapandose los ojos.

- ¡QUE NO ESTAMOS HACIENDO NADA! - dijimos Aaron y yo desde el suelo y a la misma vez. - Pero a lo de las tortitas no te digo que no. - dije levantandome del suelo. Esa tarde fue bastante tranquila, estuvimos tomandonos un par de tortitas, varios cafés y varias anécdotas de Aaron y Rosalía cuando eran jovenes. Me hacía tan feliz verlos riendose recordando sus tiempos de la infancia... Ojala a ver tenido momentos buenos y maravillosos con los que pensaba que eran mis hermnos y padres. 

- Cathina, cuentanos tu alguna anécdota que hayas tenido cuando pequeña. - dijo la hermana de Aaron muy sonriente. ¡Mierda! ¿Qué me invento yo ahora? Me puse tan nerviosa que empecé a sudar frío, y a temblar. De repente el teléfono de Aaron sonó. Aaron lo cogió y se fue a la cocina y yo, para tranquilizarme, me puse cerca de Bruno y Scott para jugar con ellos. Sabía que tarde o temprano tenía que decir de donde venía, porqué me vine aquí, el porqué de mis recuerdos malos... Eran tantas cosas, que no eran faciles de decir ni de asimilar para la otra persona. 

- ¿Quién era Aaron? - dijo su hermana cuando él, se acercaba a nosotras.

- Era del trabajo, al parecer tenemos que hacer un viaje a Canada. Necesitan refuerzos para manifestaciones que se están haciendo allí. - dijo el sentandose a mi lado y abrazandome para acercarme a el.

- ¿Y cuándo te vas? - dije sin mirarlo. Sabía que no me iba a gustar la respuesta, y sabía que no se trataba ni de días ni de semanas.

- Me voy mañana por la tarde y no vengo hasta dentro de un mes.

¡El policía es mi vecino!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora