Capitulo 26. 1 Día sin él.

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Esa misma tarde se fue, en ese coche patruya junto a sus compañeros hacía el aeropuerto. Su hermana y yo lo despedíamos desde la acera del bloque. 

- Por lo menos esta vez, va bien acompañado. - dijo Rosalía a mi lado. - Hace un par de años, le tocó unos compañeros muy gilipollas que le hacía siempre la vida imposible. Lo mandaban siempre solo a patrullar, a entrar dentro de casas donde vivian narcos o traficantes de cualquier tipo de cosa... Se llevó mas de una vez una paliza, y varios sustos en el hospital.

- Espero que nos lo cuiden allí en Canada. - dije sonriendo. - Creo que no deberíamos de encerrarnos en casa, porque si no vamos a pensar en él. ¿Te apetece ir a mirar muebles para tu piso?

- La verdad es que no es mala idea. Voy a por las llaves del coche de Aaron que es mas grande, porque se, que la final no nos vamos a traer dos o tres cosas. - salió corriendo piso arriba y mientras yo me quedé abajo esperando a que llegase. Cerré los ojos concentrandome en el frío que hacía y en como chocaba el aire contra mi chaqueta, el sonido de los coches y de los pájaros. Sentí unas mano posarse en mis hombros y una cabeza apoyarse en la mía. 

- No pienses tanto en mi nena, disfruta con mi hermana. - dijo el sin separar las manos ni la cabeza de donde estan al principio.

- Es inevitable que no piense en ti, date cuenta lo que eres para mi. - dije imaginando que le tocaba las manos..

- No pienses tanto en mi e intenta que mi hermana se olvide de todo, te encargo ese trabajo porque se que se te da bien. - de fondo escuché su risa y sentí como si su pecho chocaba contra mi espalda mientras reía. 

- La has dejado en buenas manos. - abrí los ojos y ya había desaparecido. Aaron, que hace dos segundo habia estado aqui conmigo, se había esfumado. ¡Me voy a volver loca y no hace una hora que se ha ido. En ese momento la hermana de Aaron bajó corriendo como una niña pequeña escaleras abajo y cuando llegó a mil lado, comenzó a reirse.

- Hacía vente años que no bajaba las escaleras de esa manera. - dijo casi sin aliento. - Me siento una niña ahora mismo. Bueno, quitando a un lado lo que acaba de pasar... ¿Dónde vamos ahora? 

- ¿Que te parece en ir a buscar la pintura? o ¿Prefieres dejarla tal y como está?

- ¿Que crees que debería de cambiar? - pues esa pregunta me había pillado por sorpresa. Analizando el piso, empezaría por la cocina. Necesita un cambio de azulejos. 

- Deberíamos de empezar por la cocina, por el cambio de azulejos. 

- Pues a por azulejos. 

Nos montamos en el coche y pusimos rumbo a la tienda de cocinas. Miramos un par de revistas sobre la idea de cocina que teníamos, y cuando decidimos que modelo y que medidas tenía, fuimos al mostrador donde se encontaba un hombre de unos 35-40 años. 

- Hola buenas tardes señoritas, ¿las puedo ayudar en algo? - dijo el hombre amablemente. 

- Desearía que nos direras aproximadamente el presupuesto del modelo 342 de cocinas y añadirle unos detalles aparte. 

- Claro, un segundo que lo miro. - el hombre rápidamente se concentró en el modelo de la cocina que le habíamos mencionado segundos antes. En ese momento me fijé en Rosalía y vi que se le había quedado mirando al hombre. El hombre no estaba nada mal la verdad, era moreno, de una estatura incluso más grande que la de Aaron y estaba fuerte el señor.

- Ten cuidado con la baba, Rosalía. - dije mientras me reía. Ahora mi cuñada parecía una bola de navidad roja. Le faltaba salir corriendo de la tienda por lo que le había dicho.

- ¡Que baba! No se de que hablas. - dijo ella cruzando los brazos y mirando hacía otro lado haciendose la indignada.

- ¡Esta bueno eh! - dije rompiendo a reir. Intentaba no sonar tan alto para que Christian, que así se llamaba el hombre, no se diese cuenta de lo que estabamos hablando.

- ¡Cathina! - dijo ella aun más roja.

- Ya os he mirado el precio. - dijo el hombre mirandonos. Debíamos ser un cuadro de lo más gracioso ahora mismo; una meandose de la risa y otra roja como un tomate intentado controlarse para no correr. - La cocina tal cual esta en el catálogo, costaría alrededor de 11.109,50 dolares. ¿que cambios queríais hacerle? 

- Pues la mesa de en medio, no la queremos tal cual, preferimos una isla en medio de la cocina con cajones para guardar los cubiertos y esas cosas. Los azulejos los queremos blancos en baldosas grandes y el suelo en vez de ser de madera, lo preferiamos blanco.

- Claro, pues como os he entendido a la primera y no so he tenido que corregir en nada, os voy a hacer una oferta, os voy a subir mil dolares más y, dentro de dos días estaré con mi equipo allí. ¿Les parece bien?

- Nos parece perfecto. - dijo Rosalía adelantandose a mi. 

- Pues ahora os doy unos papeles de contrato y de datos personales para que relleneis. Vengo en un segundo. 

Ya habíamos completado el día de hoy, ya tenemos la cocina. Estaba tan contenta de ayudarla. Despues de varios minuros apareció Christian con los papeles y Rosalía los rellenó tan rápido como pudo. 

- Pues en dos días llamaré al número que habeís puesto aquí para concretar la hora y si teneis que pagar algo ese día o ya todo cuando esté terminado.

- Claro, sim problema. Que tenga una buena tarde Christian. - dije desde la puerta despidiendome con la mano. 

- Adios señoritas, buena tarde.

Nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia casa. Mientras Rosalía sacaba a los perros, yo hacía de comer.

- Has echo un buen trabajo. - dijo el desde la isla de la cocina.

- He hecho que tu hermana corra por las escaleras como una niña chica, hemos llegado a la tienda de cocinas, y le ha gustado el dependiente asique he empezado a picarla para que se pusiese roja.

- Eso es trampa Cathina. - dijo el riendose. (Echaba de menos su voz, el piso sonaba vacío sin ella) - Cuando yo te hacía eso, no te gustaba.

- Creo que ahora me he vuelto tu. - dije riendo. Me giré y parecía que estaba allí de verdad. sentado en la silla de la isla de la cocina. Me acerqué a el y no lo quería tocar por si desaparecía.

- Creo que el haberte juntado mucho conmigo te ha echo daño. - el alzó su mano y pude sentir como una especie de corriente en mi mejilla, como si la hubiera tocado de verdad. - Bueno tengo que irme, ten cuidado con que no se queme la comida ni la casa. Te amo Cathina. - dijo dandome un beso en la cabeza y a raíz de eso, se desbaneció como si nunca hubiera estado allí.

¡El policía es mi vecino!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora