Capítulo 22

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Los días pasaban y no sabía nada de Elliot, a la vez eso me preocupaba pues de solo pensar en que se atreva hacer una tontería no me agradaba del todo.

-Bien, tomemos asiento aquí. Preguntaré por el abogado a su secretaria. -Me dijo Adam amablemente sentándome en una silla y caminó hacía el despacho de esa señorita morena y algo robusta.

Adam me había traído con un abogado para iniciar el proceso del divorcio legalmente. La sala de espera era blanca, habían plantas en las esquinas, los sillones en la sala eran rojos y muy cómodos, habían revistas sobre aquella mesita con tal de que uno se entretuviera.

-Disculpe, señor. Pero él señor Baxter no se encuentra. -Escuche desde mi lugar a la señorita.

-¿Enserio?. Y...¿no sabe donde podemos encontrarlo?. -Le pregunté llegando hasta ella.

-Esa es información confidencial. -Respondío.

-¡Por favor señorita!. Necesito encontrarlo, es el único abogado que puede ayudarme sin que mi esposo lo conozca. -Insistí.

-Lo siento, enserio. Pero no puedo. -Nos dijo un poco apenada, Adam y yo asentimos y nos retiramos.

-¡¿A hora que haré?!. -(Alce mis brazos frustrada)- Es el único abogado que puede ayudarme.

-Tal vez podemos conseguir otro. -Me dijo.

-No lo sé. Ya no tengo más dine...-Me calle rápidamente al recordar.

-¿Que sucede?... -Me miro frunciendo el ceño mientras sacaba de mi bolsa todas mis cosas.

-¡ESTO!. -Grite como loca enseñándole una tarjeta de crédito.

-¡Si!...¡Ya vez, podrás conseguir otro abogado, uno mucho mejor para poder ganarle a Elliot!. -Dijo exaltado.

-Si, tengo que retirar dinero.

-¡Vamos a un cajero!. -Me dijo y tome de nuevo mis cosas metiendolas a mi bolso y caminamos al cajero más cercano.

-¡Aquí!. Entremos. -Me dijo y pase.

Mire que no había nadie más que Adam y yo. Introduje mi tarjeta, tecle unas cuantas cosas y mi sorpresa fue enorme... no podía.

-¡Maldicion!. -Maldije sin dejar de ver la pantalla.

-¿Qué pasa?, ¿algún problema?. -Se acercó Adam mirando la pantalla.

-No, no, no, no... ¡No me hagas esto!. -Saque y metí de nuevo mi tarjeta, de nuevo todo era "denegado".

-¡NO!. -grite como loca dandole un golpe a la pantalla y una patada al cajero.

-¡________!, Tranquila... ven. -Me alejo.

-Tal... vez... esta mal. -Trataba él de convencerme pero ambos sabíamos la respuesta.

-Eh, ven. Mejor vamos a un banco. -Propuso y yo asentí sin decir nada.

Caminamos unas cuadras y mire un banco a lo lejos. Sin pensarlo dos veces entre y me dirige a la señorita de ventanilla.

-Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?. -Me sonrió la asiática de labios rosas y lindo traje.

Comencé a explicarle lo que deseaba en ese momento y ella me pidió mi tarjeta. Por dentro rogaba que en el cajero Adam haya tenido la razón, pero mi corazonada era otra, otra que de sólo atravesarse por mi mente me enfurecia.

-Lo siento señora Collins, los fondos de su cuenta han sido congelados. -Me dijo apenada.

En ese momento la irá se apoderó de mi cuerpo.

La Viuda Negra (Pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora