escamas, piel y hueso

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La mañana se filtraba a través de la delgada ranura de una ventana abierta, irradiando sus rayos sobre una plateada cabellera recostada en la cama de lana y tela, el pelo era ligeramente largo, opaco y faltó de cuidado, acompañado por el rostro quejumbroso de un hombre, su piel cubierta de cicatrices memoraba las batallas pasadas, lanzas, espadas, dagas, flechas, cuántas armas habían penetrado el cuerpo de aquel hombre intentando tomar su vida?

Mientras el sol crecía poco a poco los quejidos del hombre fueron incrementado hasta que finalmente sus ojos se abrieron entre sudores fríos y una sensación pesada en su pecho.
Lo odiaba, odiaba las pesadillas sobre aquel día, el fuego, los gritos, la sangre y luego el silencio...pero más que nada, se odiaba a si mismo; cada vez que presenciaba el siniestro recuerdo de la masacre de su aldea, debía presenciar también su cobardía y debilidad sin la oportunidad de hacer nada.

La silueta del hombre comenzó a abandonar el lecho donde se encontraba para revelar el cuerpo semidesnudo de un hombre joven, sus músculos trabajados tras años de batallas eran solo opacados nuevamente por las inmensurables cicatrices que residía sobre ellos.
El hombre se quedó mirando el cuarto de aquella posada, fría, estrecha, solitaria, le recordaba al cobertizo de su hermana hacía años, odiaba ese cobertizo, pero ahora se veía tan familiar que le resultaba curioso y triste.

Tras concluir su meditación, se acercó a una pequeña silla en una de las esquinas, allí se encontraba su armadura cuidadosamente acomodada y coronada por el yelmo tan característico que portaba de forma cotidiana.

Sin perder tiempo se colocó su equipo, cada vez asegurándose de que todo estuviera bien ajustado y en su lugar, haciendo pequeños sonidos metalicos a cada movimiento hasta que finalmente concluyó su tarea.

Ya equipado procedió a salir de su cuarto rumbo al mercado, aunque era muy temprano la mayoría de tiendas especializadas en materiales para aventureros solían abrir a esa hora, por lo que podría encontrar lo que necesitaba lo antes posible, después de todo, su siguiente encuentro sería esa misma noche.

La recepción de la posada era tan solitaria como se podría esperar a esa hora de la mañana, por lo que goblin slayer salió sin ningún problema, caminando tranquilamente entre miradas curiosas a su destino.

Las 6, 7, 8, 9 y finalmente las 10 de la mañana fueron anunciadas en el reloj de la iglesia, momento en el cual goblin slayer regreso a la posada portando una gran cantidad de objetos, desde piedras extrañas hasta frascos con líquidos diversos, pero sin importar que, una cosa era segura, todo serviría para matar goblins.

-oye... orgbolg!-

El llamado amistoso de la elfa llamo a goblin slayer hacia una mesa en el comedor de la posada, el enano, hombre lagarto y la sacerdotisa ya se encontraban allí también, compartiendo un modesto desayuno de huevo leche, pan, arroz, salchichas y, por supuesto, queso

-que pasa?-

-no vengas con eso de 'que pasa?', ven y desayuna con nosotros!-

-de acuerdo-

- vamos corta barbas, deberías estar más alegre de poder vivir un día más para degustar deliciosa comida y buen vino!-

-ciertamente los dioses nos sonrieron ayer... aunque muchos no lo lograron...debo asegurarme de elevar una plegaria por sus almas-

-si...creo que yo también debería rezar por ellos...-

El ánimo repentinamente fue mas bajo al recordar la amarga experiencia que habían tenido el día anterior, el sacerdote lagarto y la sacerdotisa mostraban rostros reflexivos mientras seguían degustando sus respectivas comidas.

Goblin Slayer. temporada de cazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora