Una mañana cualquiera

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Las calles de la pequeña ciudad se encontraban abarrotadas como de costumbre, comerciantes y granjeros así como simples amas de casa se movían acaloradamente en busca de diversas mercancías para su vida cotidiana, más allá del barrio mercante se encontraba el edificio distintivo del lugar, el gremio de aventureros.

Como todas las mañanas los aventureros se acumulaban ansiosos frente a la recepción del lugar para poder tomar las mejores misiones del día, algunos ansiaban la cacería de trolls, criaturas poco frecuentes pero con un nivel de peligro medio, comúnmente asignados junto con recompensas muy buenas, otros querían explorar ruinas y hacer gala de lo que significaba ser un aventurero, así cuando una joven mujer apareció cargando una gran pila de papeles las ovaciones no se hicieron esperar.

-disculpen la demora, aquí están los trabajos del día!-

El mostrador se lleno de recepcionistas y aventureros que intercambiaban las solicitudes de misiones de manera acalorada, algunas de las mujeres del staff colocaban las misiones sobrantes en una pizarra de madera junto a la entrada principal, nada fuera de lo normal, sin embargo había algo que aún molestaba a la recepcionista en jefe del lugar.

-enserio...creo que debo comenzar a tomar misiones de mayor nivel sabés?-

-vaya, se escucha muy seguro de esto-

-si, quiero decir, el otro día fui a cazar Golems de piedra, pero los acabé tan rápido que ya no es divertido-

Aunque ella ya se había acostumbrado, seguía siendo molesto tener que lidiar con el lancero que seguía intentando coquetear con ella, aunque había desarrollado una costumbre bastante beneficiosa para el gremio

-si piensa subir el nivel de dificultad en sus aventuras le sugiero una pócima de resistencia!-

-dame 3!-

“que fácil..."

Ciertamente las pócimas habían disminuido y las ganancias se habían incremento desde que la recepcionista había aprendido a lidiar con ese lancero.

La bulliciosa multitud fue silenciada por el sonido de la puerta abriéndose bruscamente, al mirar en esa dirección todos se toparon con una figura ya típica de ese gremio en específico.

Un hombre con armadura ligera de cuero y acero, con cartucheras en la parte trasera de su cintura, un escudo pequeño redondo en su mano izquierda, espada corta de una anchura bastante amplia y un casco completo que resguardaba su cabeza, con apenas algunas ranuras verticales en el frente para poder ver.
La armadura estaba mugrienta, pero no oxidada, repleta de golpes y marcas de corte, sin duda alguna un testimonio de las batallas que el guerrero había librado en el pasado.

Mientras silencioso avanzaba por la recepción hasta el mostrador principal los aventureros se abrían a su paso, más por asco a todas las manchas de sangre y tierra que por respeto, los novatos susurraban toda clase de cosas, desde comparativas a lo barato de su equipo hasta rumores bastante agrios sobre aquel hombre, los veteranos simplemente reían en silencio al ver como aquella persona se las había arreglado una vez más para volver con vida, cosa que era de elogiarse en veteranos de su antigüedad.

El lancero se hizo a un lado con cara molesta mientras el hombre en armadura arribaba al mostrador.

-ah, goblin slayer!-

Dijo la recepcionista alegre mientras juntaba sus manos en un gesto complacido.

-terminé la misión de cacería, vine por la recompensa...y quiero hacer mi reporte-

La voz de goblin slayer era monótona y gruesa, apenas con alguna señal de interés en el asunto, pero a la vez lo suficientemente fuerte y clara como para que emergieron del casco con un pequeño eco.

Goblin Slayer. temporada de cazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora