Viendo la realidad: Parte 1

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Resumen: Antes de que comience el segundo año de Harry en Hogwarts, Dumbledore siente que algo anda mal en la casa de los Dursley cuando Hedwig aparece por su cuenta, por lo que le pide a Severus Snape que se asegure de que Harry está bien. Pese a su disgusto, lo hace. Lo que allí encuentra hace que su odio por el niño se evapore por completo.

Aviso: NO es ni habrá Snarry, porque simplemente es una Shipp que no me gusta. Todo bien si les gusta y eso, pero no pidan en estas secciones porque fácilmente no me sale escribir de ella.

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Severus Snape, temido y odiado profesor de Hogwarts, y posiblemente la pesadilla de los niños de primer años, no estaba nada feliz. Menos que de costumbre, mejor dicho. ¿El motivo? Era tan sencillo como decir que era culpa de un excéntrico director amante de los caramelos de limón por haber hecho, de una forma u otra, que acabase delante del número 4 de Privet Drive.

Su mañana había comenzado como cualquier otra en el castillo. Desde que había tomado el té con Minerva y luego preparado las cosas para cuando los pequeños engendros regresaran de las vacaciones y los de primer año tuviesen su primera clase con él para luego no querer volver, creyó que podría tener un día tranquilo por fin. Incluso había hablado con Hagrid cuando salió a recolectar plantas para sus pociones y el medio gigante hasta logró que esbozara una minúscula sonrisa, lo cual habría sido alabado por el mismísimo Merlín. Incluso acarició la cabeza de Fang cuando salió a recibirlos y le dio unas golosinas para perro que había conseguido. Definitivamente, se encontraba de muy buen humor. Y aunque era extraño, los demás profesores optaron por no mencionarle nada por no echarlo a perder. Casi nunca tenían la oportunidad de ver a Severus tan tranquilo y sin cara de «los odio a todos». Flitwick lo saludó con gran entusiasmo y dijo que «se alegraba de verlo de buen humor ese día». Severus sólo se limitó a devolverle el saludo con tranquilidad.

Sin embargo, era obviamente extraño que Severus pudiese estar de un humor medianamente agradable por mucho tiempo. Todos, incluido él mismo en la lista, lo sabían. Pero al menos, Dumbledore había tenido la «astucia» de no verse muy tranquilo cuando le pidió que fuese a su oficina. Snape frunció el ceño cuando vio allí a Minerva y a Flitwick.

-Severus, mi muchacho, gracias por venir-comenzó Albus, juntando las manos-. ¿Quieres un caramelo de limón?

-No, gracias, director. ¿Necesitaba algo?

-De hecho, sí-suspiró el anciano, viendo a los profesores que le hacían señas de ánimo-. Verás, dado que el primer año de Harry aquí resultó ser muy bueno para él y por las charlas que habíamos tenido con él, creímos que el pequeño se veía bien físicamente.

- ¿Cómo no iba a estarlo, siendo hijo de James Potter?-escupió Snape, cruzado de brazos, Sin darse cuenta, había clavado sus dedos en el musculo derecho de su brazo, aunque ni siquiera lo sentía.

-Severus, por favor-suspiró Minerva-. Entiendo perfectamente que aún le guardes rencor, más si nunca fue capaz de pedirte perdón, pero ahora, creemos que la situación es... extraña.

- ¿Por qué lo dices?-preguntó el profesor de pociones.

-Verás, joven, hoy estaba aquí, esperando al director, y escuché un ruido ensordecedor en la ventana. Al abrirla...-Flitwick se detuvo un momento y miró a Dumbledore, que asintió en su dirección-. Pues... entró esta bella lechuza blanca. Parecía muy alterada.

Severus miró detrás de ellos y sólo ahí notó que la ya mencionada lechuza estaba en el respalda de una silla, con los ojos más abiertos de lo normal y hasta parecía temblar.

Harry Potter y las historias de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora