One Shot: Pequeño error, gran resultado

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Resumen: Incluso los grandes maestros de las bromas como Fred y George pueden cometer un pequeño error a la hora de realizar un asalto contra ciertas parejas.

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Ciertos gemelos de cabello rojo iban caminando por los pasillos del castillo junto a su hermano menor, quien no podía dejar de observar como esos dos tontos parecían comunicarse a través de miradas y gestos. Por un segundo, se preocupó de que pudiesen hacer algo en su contra, pero rápidamente se planteó que, de querer hacerlo, no le habrían dado ni siquiera la posibilidad de pensar que estaban planeando algo, así que lo descartó rápidamente.

De fondo, los murmullos podían oírse claramente. Desde que le habían hecho semejante obra a Umbridge con los fuegos artificiales, habían pasado prácticamente a la fama absoluta con cada alumno de las cuatro Casas. Incluso los Slytherin los alagaban de vez en cuando y les agradecían haber puesto a esa cara de sapo en su lugar sin temor al castigo; eso demostraba, claramente, que eran Gryffindors puros.

-Ya sé lo que se siente ser famoso-dijo George, temblando de regocijo.

-Así debe sentirse Harry...

-Cuando va a cada lugar...

-Y dicen su nombre con admiración...

-Y orgullo.

- ¿Están hablando entre ustedes o me hablan a mí?-intervino Ron, entre los cuerpos de sus hermanos.

-Ambas cosas-respondieron al unísono.

Ron negó suavemente con la cabeza y se adelantó para llegar al Gran Salón, decidió a ver a su mejor amigo y a su novia antes de las clases. Los gemelos intercambiaron una mirada cargada de malicia y ambos comprobaron que en sus bolsillos seguían dos pequeños frascos con líquido rojo.

Esa mañana, Fred había sido despertado por su gemelo, que estaba de muy buen humor. Más que de costumbre de hecho. Notó que temblaba de alegría y no paró de sonreír en ningún momento. Conociéndolo incluso mejor que su madre, supo que se le había ocurrido alguna broma para hacerle a alguien. George de todas formas dijo que era algo sutil (lo que puede ser sutil con ellos) y que era algo que podían poner a prueba con su hermano y Harry. Obviamente, también estaban incluidos Draco y Hermione.

Pero decidieron esperar hasta la hora del almuerzo para ponerlo en práctica. Querían que al menos disfrutaran una mañana tranquila antes de que se desatara el infierno. Al menos para ellos cuatro. Ginny incluso intentó que no lo hicieran, porque no le parecía muy bien que quisieran hacerle bromas a las felices parejas. Aunque, como era de esperar, ellos sólo se rieron y dijeron que sólo era una «broma inofensiva». Lejos de tranquilizarla, la preocupó más. Y con justa razón.

Durante las clases, ambos jóvenes estaban terriblemente emocionados. No podían esperar hasta que llegara la hora del almuerzo. Sabían que Harry y Draco estarían en la mesa Gryffindor. Para sorpresa de todos, McGonagall y Snape habían dicho que podían hacerlo, pero sólo durante los almuerzos y, de vez en cuando, a la hora de cenar. Sabían que el rubio estaba distanciado de sus compañeros de Casa, así que ir a esa mesa para estar con su pareja y con Hermione y Ron podía ser lo único que evitaba que se hundiera en su soledad.

-Ah, nuestros chicos han crecido-dramatizó George, fingiendo quitarse una lágrima al ver a Ron abrazar a su novio y a Harry sujetando la mano del rubio por debajo de la mesa.

-Lo sé-lo imitó Fred-. Draco pasó de ser un Slytherin hostil e insensible... a un tierno cachorro que se altera cada que a Harry le pasa algo.

-Por pequeña que sea.

Harry Potter y las historias de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora