Viendo la realidad: Parte 2

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Harry comenzó a sentir que, después de quién sabe cuánto tiempo, estaba volviendo a la realidad. Aunque bueno, ni siquiera soñó esta vez. Simplemente, recordó vagamente haber sentido que sus parpados se cerraban solos y un momento después, estaba acostado en una cómoda cama. Aunque también recordaba... ¡al profesor Snape! ¿O lo había soñado realmente y estaba delirando? Creyó haberse oído a sí mismo casi suplicarle que no le hiciera nada, porque había hecho lo que sus tíos le ordenaron de quedarse en su alacena como castigo por no haber lavado los platos a tiempo, además de quedarse sin comida por el resto del día.

Pero si no fue real, ¿por qué no estaba en su alacena? Al sentarse en la cama en la que sentía que estaba, se frotó los ojos y tanteó en busca de sus lentes. Sintió que no estaban en una repisa, sino es una mesita de noche al lado de donde estaba. Al ponérselos, se dio cuenta de que estaba en la enfermería de Hogwarts y era de día. Podía ver en su cabeza el recuerdo de la tía Petunia abofeteándolo y golpeándole la frente con una cuchara de madera y a su tío lanzándolo a la alacena y cerrando bruscamente la puerta, gritándole que no saldría hasta que «aprendiera a ser agradecido con las personas que le brindaban un techo». Entonces, si todo eso había pasado, ¿por qué estaba en la enfermería? ¿El profesor Snape realmente lo había llevado hasta allá? Pero si desde el primer día había dejado claro su descontento con él. No es como si Harry lo culpara, pero la duda era casi insoportable.

- ¿Harry?-lo llamó una voz dulce acercándose-. ¿Estás despierto?

-Eh... Sí, Madame Pomfrey-contestó tranquilamente.

-Oh, qué bueno. Venía a despertarte para desayunar, has estado varias horas sin comer nada-dijo ella, sin tener corazón para decirle de forma irónica que fueron más que sólo «varias horas».

-Es que no puedo comer si mis tíos no me lo permiten-contestó el niño, casi de forma casual.

Poppy tuvo que reunir toda su fuerza voluntad para no jadear. Harry parecía no darse cuenta de que eso no estaba nada bien. Sin embargo, ella no podía decírselo en ese momento, así que recurrió a otra cosa:

-Bien, ellos dirán lo que dirán, pero ahora, no están aquí, ¿no?-exclamó de forma sugerente, guiñándole un ojo de forma cómplice. Dejó una bandeja con comida en la mesita-. Vendré dentro de poco para verte de nuevo, espero que hayas terminado todo para entonces-añadió, aunque no de forma tan severa.

-Muchas gracias, Madame.

Cuando ella se fue, Harry sonrió y tomó una de las tostadas y la comió casi de un bocado. De verdad tenía hambre.

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-Tenías razón, Severus. Es... Es horrible y él ni siquiera lo entiende-dijo Madame Pomfrey, que había ido a la oficina de Dumbledore para decirle a él y a McGonagall y Severus.

Los otros tres intercambiaron miradas de preocupación. Por mucho que el director intentase convencerse de que eso no podía ser posible, no lograba encontrar ninguna otra explicación para refutar el que Snape le dijera, hecho una furia, que había encontrado al niño encerrado en una alacena todo lastimado y desnutrido. Y Minerva, luego de salir de su shock inicial, no pudo contener sus gestos de angustia al imaginarse cómo estaba ese pobre niño que, para ella, nadie podría querer hacerle daño, además del Innombrable.

-Esos Muggles... ¡Sabía que eran del peor tipo! ¡¿Cómo lo permitimos?!-Vociferó Minerva, llevándose las manos a la cara-. Deberíamos haberle buscado un guardián mágico y no dejarlo con esos... monstruos.

-Entiendo perfectamente tu enfado, querida-dijo Dumbledore, que parecía casi conmocionado-. Y aunque quiero decir que todo fue para que estuviese protegido con su familia... no puedo justificar nada.

Harry Potter y las historias de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora