3. The Sieve And The Sand

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La primera vez que me desperté eran las cuatro y media de la mañana. El sol todavía no salía y el pasivo sonido de las olas golpeando los laterales del portaaviones se escuchaban como un eco en las lejanías.

De pronto, afuera de mi habitación, dieron unos golpes a la puerta. Tonos bruscos y aterradores, que lograron abrir mis ojos como platos.

-¡Oiga, Liam, marica, vamos tarde! ¡Levante ese jopo! -La voz de Mikaela se escuchó afuera.

-Sapa hijueputa... ¡deje dormir! -Coloqué la almohada sobre mi cabeza.

-¡Gran remalparido, alistese que nos vamos!

-¡Marica, son las cuatro! ¡Entramos a las ocho! ¡Vaya y coma mierda y vayase sola!

Ella pareció reflexionarlo un poco. He de creer que observó la hora en su teléfono y, luego, se retiró de la escena para que no saliese y le diese un golpe en el rostro como una molestia cualquiera.

Tiempo después sonó la alarma de las siete. Estando ya descansado, sin contar lo sucedido en la madrugada, abrí nuevamente los ojos solo para soprenderme con la luz mañanera entrando por la ventana. La ciudad alemana sonaba animada en las afueras. Me levanté e hice lo de todas las mañanas.

Salí del dormitorió faltando media hora para que las manecillas marcaran el gordo ocho. El bolso con los útiles pesaba poco, las calles no se hallaban tan concurridas como lo suele estar la ciudad de Bucaramanga en esta clase de tiempo. No había casi autos, por no decir que no había ninguno, La salinidad del mar caribe era perceptible y, podía decir, que el portaaviones abandonó el puerto de Santa Marta en las horas de la noche.

Por el camino me encontré con Mikaela, quien tenía su cabello recogido en una coleta y miraba su teléfono hasta chocar un poste. Ella se puso en posición fetal y se tapó la frente en señal de dolor.

-¡Jueputa mierda, quién fue el regran hijueputa que colocó este gonorrea poste aquí!

-¿Y a usted eso qué le va importar? -Le pregunté mientras me posaba a su lado -. Ni que lo fuera a buscar a darle un puño.

-¿Me está retando, gorra? ¿Su mamá sabe coser? -Me amenazó.

-Mi mamá no está acá y no sé coser. ¿Pa' qué mierda me apuñala si de nada le sirve?

-No sé, ¿usted para qué mierda sirve?

-Mamar gallo.

-Cierto.

El sol caribeño inundaba las calles de Kuromorimine. Las estudiantes caminaban en cada lado de la vía. No había nada.

***

Cada uno de nosotros terminó en una clase diferente. No hay, tampoco, algo relevante que mencionar acerca de las clases, la leve diferencia de enseñar un idioma diferente es algo que resulta bastante obvio. Entenderlo no me llevara, con unas pocas clases, más de cinco días. Por el momento, debía apañarme con preguntar a los demás. Reitero, las clases eran las mismas que en una escuela de Colombia.

El garaje ya se trató de algo diferente. Los tanques estaban ordenados en excelentes filas. Habían desde Königgstiger hasta Elephant y Jagdpanther. Todos poseían el mismo color. Nosotros, al entrar, esperabamos encontrar a la comandante Nishizumi en el instante. Daniel miró extrañado el lugar y suspiró.

-¿Cuál nos toca? -Preguntó.

-Ella dijo que un Tiger I -respondí.

-¿Y cómo luce?

Serie Fanfic Girls Und Panzer #1: Sobre La Guerra Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora