12. The Visitor

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El Graf Zeppelin fue el primero entre los dos barcos en llegar a Egipto. Las personas dentro de él roncaban y rodaban sobre sus camas, esperando no caerse de estas. Liam estaba despierto, no dejaba de pensar en lo que había pasado a final del combate contra BC Freedom, aquello lo mantenía intranquilo. Como si un mal le estuviera persiguiendo.

Observó como Maho dormía placidamente, envuelta en las sabanas, le gustaba como su pecho subía y bajaba formando una rutina. Le daba la certeza de que todo lo que pasó no era un sueño y que, realmente, estaba vivo en ese momento.

Se dirigió a la ventana. Al abrirla sacó su mano de los interiores de la habitación y la extendió hacia la luna. Sentía que el disco platedo del cielo le quisiera decir algo, como si escuchara la voz de Diana, la diosa de la luna, susurrandole al oído lo que se avecinaba contra Anzio.

Dirigió nuevamente la mirada a la comandante. Recordó los días que pasaron en Bucaramanga con felicidad y tranquilidad como si fueran un eco lejano que se precipitaba sobre un abismo. Quisó evocar el recuerdo de la primera y última vez que vio a Akihiro Toneguzzo en las costas de Santa Marta.

La memoria le jugó una mala pasada y le mostró la silueta de Erika saliendo de la escuela. Aunque ya no sintiera remordimiento hacia la joven, el saber que una de las razones por las cuales ella tomó la decisión de abandonar Kuromorimine se trataba de él mismo. Se sintió miserable; no la culpaba. Cómo podría hacerlo. En sus interiores deseaba que ella no procediera como lo hizo, sin embargo, su cabeza sabía que era necesario. No podía poner estas acciones a colación, pues estas hubieran interferido con el destino de la chica.

Liam cerró la ventana, observó su mano derecha; la cicatriz recorría gran parte de la palma hasta pasar por su pulgar. Se preguntó del proceder de Ágioi, quien desapareció en la multitud en aquel fatídico día. Muchas cosas se perdieron en el combate contra la escuela francesa. Ahora, el joven mexicano se unía a la lista de cosas que no le dejaban descansar por la noche.

Se sentó en el borde de la cómoda. Pasó su mano sobre el rostro de la chica, acariciandolo. Los parpados de Maho comenzaron a tiritar, hasta que se abrieron, dejando sus ojos cocoas observar el rostro al que tanto se había acostumbrado recientemente. Sonrió ligeramente y tomó la mano del muchacho.

—Debes dormir —dijo ella —. Nos espera un largo día mañana.

—Lo haré en unos momentos —respondió él —. No hay de que preocuparse, estaré en perfecta forma.

La chica lo observó extrañada, luego de unos segundos de pausa sus labios se entornaron y dejaron salir las palabras.

—Entendido —tomó la manta y cerró nuevamente los ojos.

El colombiano se paseó por la pequeña habitación. Volvía las miradas a los muebles, luego a la ventana y después a la chica como si fuera una rútina a la cual estuviera acostumbrado. A Liam le parecía esto propicio y se dijo a sí mismo que la repetiría cuántas veces deseara. Su teléfono vibró sobre la mesa de noche. Viendo de quién se trataba, determinó que era importante, contestó.

—Aló, ¿qué ocurre? —Murmuró, tratando de no despertar a la comandante.

—¿Qué haces perdiendo el sueño? ¿Cómo puede alguien del estilo Nishizumi no descansar cuando tiene un combate importante al siguiente día? —La voz de Shiho se escuchó al otro lado del móvil.

—Un gusto escuchar su voz, maestra —se dirigió a ella sarcásticamente —. ¿A qué debo la llamada?

—Tienen mi bendición, es todo —colgó.

Serie Fanfic Girls Und Panzer #1: Sobre La Guerra Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora