16. Slaboie Serdtse

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Habían pasado dos semanas desde entonces. El primer día de Julio se acercaba rápidamente. Lo que se celebraría en ese momento no era secreto para nadie, era el cumpleaños de Maho. Mikaela y yo hablabamos la mayor parte del tiempo en qué debíamos preparar para tal ocasión, pensamos que no debía ser nada grande, una simple sálida con amigos y una fiesta interna con las personas que nos encontrabamos con ella. Sin embargo, la duda de qué regalarle siempre se hallaba en el aire, siendo lo más importante para mí, incluso más que la fiesta.

Yo había aceptado un regalo viniendo de ella, incluso cuando no era mi cumpleaños. Maho lo pensó así. De tal forma, era mi forma de agradecer todo lo que había hecho por mí en el tiempo que habíamos estado juntos y en los que habíamos estado separados.

Mikaela y yo hablamos en las estanterías, como lo habíamos hecho usualmente. Mientras Maho ayudaba a mamá con las cuentas y Willie y Sarah estaban en el mostrador, como siempre, ayudando a los clientes. Por su parte, ella estaba emocionada, celebrariamos el cumpleaños de la comadante de Kuromorimine sin que nadie se metiese en nuestro camino, al menos ese era el plan. Pensabamos que invitar a nuestro equipo llegaba ser tedioso, considerando cómo eran cada uno de ellos. Por lo tanto, todo quedó dentro del círculo familiar y ella.

—Tenemos un problema —informó.

—¿Ahora qué? —Pregunté.

—Tengo que cuidar de mis hermanos —dijo —. Usted sabe cómo son esos chinos.

—Puedes traerlos a la celebración, no creo que hagan nada malo. Elias y Silvie son muy tranquilos, a diferencia de los demás.

—Marica, cuidar cinco pelados de preescolar no es ningún juego.

—Ñera, usted maneja la torreta de un tanque... —dije —. No creo que sus hermanos nos sean un problema, considerando lo bueno que somos con los tanques.

—¿En serio? Usted estaba bravo con las demás porque averiaron el Maus antes de irnos.

—Ah, no. Es que eso fue mandar güevo —comenté —. Les dijimos explicítamente que no dañaran los panzer antes de abadonar el barco para no tener desfalcos de dinero y no hacer nuevas cuentas. ¿Acaso yo tengo la culpa de que hayan mandado a la mierda nuestro tanque pesado?

Ella pausó un segundo. Yo aproveché y puse unos de los libros de la lista en la estantería.

—Bueno, tiene razón. Eso fue muy hijueputa por parte de ellas —suspiró —. Bueno, los llevaré a la partida de torta. ¿Qué hacemos con las preparaciones?

—¿Cómo que qué hacemos? Mandamos a hacer la torta la semana pasada, nos la entregan mañana en la tarde, nos falta es comprar las velas y listo.

—Sí, eso lo sé... pero, no podemos hacer que esa china se quede aquí mientras su mamá hace todo eso.

—Ah, mierda, cierto... —dije —. Vamos a Cabecera y comemos unas empanadas de la treita y seis.

—Ush, está es pero botado de plata, ¿no?

—Bueno, tenemos que hacer algo. Yo no tengo la plata para ir a Abrapalabra y distraerla allí con los libros que le llegan a un país tercermundista.

—Menos mal ustedes les llegan baratos. Me tratan el bolsillo con delicadeza.

—Agradezca que los libros de Percy Jackson aún siguen baratos, ya van para las treinta lucas.

—Uy, sísas mi perro, y más como ese final. Mucha gonorrea... ¡Oiga no me cambie de tema! El caso, Liam, debemos estar listos para mañana.

Serie Fanfic Girls Und Panzer #1: Sobre La Guerra Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora