4. A Unexpected Party

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El portaaviones de la escuela alemana, el Graf Zeppelin 2.0, fondeó en el puerto de Osaka un viernes a las diez y media de la noche. El tiempo, al siguiente día, era despejado y con grandes nubes blancas en el cielo. Era el inicio de un tranquilo fin de semana.

Se nos permitió salir a disfrutar de la ciudad mientras los recursos eran renovados. Llenar el tanque del barco llevaría todo el día. Todos nos emocionamos con esta agradable noticia, podríamos gastar lo que quisieramos en tierra mientras estaban con este trabajo.

Abandoné el gran vehículo marítimo con mis compañeros. Calypso y Mikaela hablaban de nimiedades mientras que Pacho y Daniel las miraban con extrañez. Yo estaba en silencio, lo ocurrido días antes dejó un sinsabor dentro de mí. Las palabra de Maho, asegurandome ser el mejor de todos los comandantes masculinos, marcaron profundamente mi pisque. Ya no hallaba cabida en los demás, no me sentía con ellos. Era una quinta rueda en ese mismo momento.

-Ya ve -decía Mikaela a Cal -. Márquez usted la berraquera, marica se lo digo de corazón. Me gusta más que el guarapo con chinchilla.

-¿De qué me estáis hablando? ¿Es un hálago?

-Pues claro, mana. Ni que le fuera a morder, venga me acompaña a comprar unas chanclas que me quedaron pequeñas las muy hijueputas, como que se me creció la pata, china.

-No te entiendo, tía. Me hablas de patas y de morder, ¿qué eres? ¿Un puto animal?

-Una zorra en celo -respondió Daniel.

-Callese negro de mierda -contraatacó Mikaela -. Liam, lo veo es pero callado, callado, mano ¿qué le pasó ala?

-Nada importante, me voy a buscar una biblioteca -dije.

-Siempre la misma mierda con usted, marica dejé de leer tanto.

-¿Para terminar así de bruto? -La señalé -. Mami, lo que le falta a usted es un poquito de Rayuela en su vida.

-Liam, marica, usted usualmente no me contesta así. ¿Qué le pasó?

-Como dije: nada importante.

Me separé de ellos al cabo de unos minutos. La librería estaba abarrotada de estanterias y era casi imposible saber en qué sección estabas si no mirabas los carteles arriba de ellas. Pasé por cada una, recogiendo libros de interés personal, de sentimientos encontrados y, con una manía increible para reconocer autores, los recolectaba como si fuesen simples golosinas. Sentí que Borges estaría orgulloso, lo cual dibujó una sonrisa en mí rostro.

Tomé asiento en una mesa vacía en el lugar. Las columnas decoradas con el mismo aspecto del piso me hizo extrañar la librería en casa donde solía espaciarme en encontrar algún libro soprendente en las secciones más reconditas del lugar. Me hacía añorar las columnas de ladrillos, los arcos de madera y las mesas junto a sus asientos de metal en un patiecito trasero. Las librerías de Japón no consumían ese sentimiento tranquilo que emanaba Abrapalabra cada vez que entraba.

-Mierda, quiero volver allí.

Miré la portada de un «Cien años de soledad» escrito en japonés. Qué hubiera pensado Gabriel García Márquez de ver su obra en un lenguaje tan exótico como lo es el nipón. Un hombre con severas cualidades, el más grande de la literatura Colombiana. Un hombre exiliado de su patria y forzado a verla desde México. Qué diría ese hombre, con gran intelecto y proeza en la escritura, de el deporte y el amor que me consumía.

Recordé los pasajes románticos de un Cortázar escribiendo Rayuela en París, lejos de la dictadura Argentina porque no podía escuchar sus conciertos de Jazz en la radio. Maho era mi maga, lo sabía, estaba perdidamente enamorado de ella como lo estaba Oliveira de aquella joven mujer que conoció en París un día. Cualquier libro hubiese funcionado en aquel momento.

Serie Fanfic Girls Und Panzer #1: Sobre La Guerra Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora