XIII-Regreso

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XIII-Regreso.-

No podía creer que habían pasado diez meses, me tocaba volver a mi vida, una vez más con mi familia, mis hijos, Alexander. Quisiera poder decir: "Mi" Alexander, pero de manera lastimosa, esa no era la ocasión.

Callé mis pensamientos, decidí obviar por una vez en mi vida, todas esas sombras que me han estado persiguiendo, olvidar por un segundo todo lo que me atormenta; pasar el rato con una persona diferente, me hace sentirme especial, el autoestima no se vuelve elevada con otros, no de la nada, las chicas han sido una pieza fundamental para seguir adelante, compartir con Alexander me llena de paz. Solamente verles las caras, me hace revolver el estómago, he imaginado en el avión, miles de imágenes posibles a nuestro encuentro: las malas, las buenas, las eróticas, las más románticas, las más tristes, en fin todo tipo de episodios.

Entro en el aeropuerto, retiro mis maletas, primero voy al baño, hago mis necesidades, me arreglo el cabello y salgo en búsqueda de mi familia, conté las horas para volver a verlos, estoy emocionada. Camino a la zona dónde se supone vienen los familiares, amigos, novios a recibir a las personas que llegan de viaje, mi vista se posa en cuestión de menos de cinco minutos buscando en los ojos de Alexander, sinceramente luce mucho más joven, lleva una barba de varios días, luce una camiseta rosa manga corta, un pantalón corto beige que le hacía ver un cuerpo escultura y llevaba de la mano a nuestros hijos con un chocolate y flores hermosas. Mi pequeña princesa corre a mis brazos, me agacho y la giro cuando la tengo sólo para mi, le beso las mejillas, los ojos, la nariz, toda su carita la lleno de amor intenso. Seguidamente viene mi guerrero, le ha crecido el cabello nuevamente, luce muy guapo, es un príncipe y me susurra unas palabras que aceleran mi corazón.  

-¡Te amo, mami!- Una oración, dos palabras, significan tanto para mi corazón, me hacen pedazos todo lo malo, el pasado, volviendo el presente, el mejor momento jamás pensado.

-¡Mami!- Gritan mis hijos, sonrientes. No puedo creerme que han crecido unos centímetros, sus rostros han cambiado ligeramente, incluso la cara de Alexander no es la misma de antes: sus antebrazos son más musculosos, su camisa se pega a su abdomen de manera perfecta, le queda sumamente espectacular, haciendo marcar su atlético cuerpo.

Me agacho a la altura de mis hijos, ellos dan saltitos para que los cargue a ambos, los levanto uno a uno, en mis brazos ambos se acercan a abrazarme, besan mis mejillas de manera cariñosa. Salimos del aeropuerto en un auto que desconocía de Alexander, quizá se compró uno nuevo, a mi me encanta su elección, es una Nissan X-Trail 2018, espectacular.  Los niños están atados a sus sillas del auto, en el camino a casa se quedan dormidos. 

-¿Qué tal el viaje?- Pregunta Alexander mientras emprende su camino a casa. 

-Divertido. Me dio poco tiempo para conocer la ciudad, pero lo poco que recorrí es hermoso, me encantaría volver. - Narro tratando de sonreír, ocultando un poco mi miedo a que no seamos un nosotros. Volví decidida a no ocultar mis sentimientos, con la esperanza de un nosotros, de que seamos juntos y no solos.

-¡Que bueno que tuviste tiempo de divertirte!- Expresó. Seguidamente nos quedamos

-¿Qué hicieron los niños? 

-Bueno... como pudiste notar te envié todo lo que hacían por Whatsapp. Salieron varias veces con tus amigas, los peinaban casi todos los días, me ayudaron a prepararles la comida, a bañarlos, a dormirlos. Fuimos al pediatra, esa fue la experiencia más terrible por las vacunas, ellos fueron muy valientes, la persona con miedo fui yo. -Manifestó y se rió.  -Pero todo bien. -Agregó. 

Llegamos a la casa, nos recibió Nana con un almuerzo delicioso, le agradecí, hablamos del viaje ella y yo. Alexander se fue a acostar a los cansados niños que teníamos, según porque se habían dormido tarde la noche anterior entonces no habían descansado casi .

Tras almorzar un plato excelente de mi tierra y de una enriquecedora conversación con Nana, subí a la habitación de mis bebés, mis dos cositas preciosas debían de estar en la habitación matrimonial. Noté que Lia tenía una habitación completamente rosa, llena de coronas, repisas con muñecas, Barbie, bebés, una cama de princesa con montón de almohadas, una alfombra rosa, lámpara, todo de ensueño. Tras ver la habitación nueva, reestructura de Lía pasé por la habitación nueva de Liam, mi príncipe tenía paredes azules, autos coleccionables, helicópteros, animales de todos los tamaños. 

Me encantaba la nueva casa moderna que teníamos. Entré a la habitación que solía compartir con Alexander, él estaba acostado en la cama matrimonial con los niños, todos inhalaban en la misma sintonía, al mismo tiempo y parecían mis tres ángeles. Observé que en éste cuarto lucía todo igual, incluso mi ropa tal cual la dejé, me había gustado que no movieran nada. Decidí entrar a ducharme, me relajé en la bañera, tras eso me sequé, humecté mi piel y me vestí con una pijama cómoda de encaje, hacía mucho que no las usaba, pues dónde estaba residenciada por los estudios de viaje hacía mucho frío. Me recosté en un pequeño espacio que quedaba en la cama con mi familia, dormí no sé cuánto tiempo, lo único que noté fue que estaba oscuro, las ventanas y persianas cerradas, la televisión encendida y mis hijos comían con su padre una pizza. 

-¡Buenas noches, dormilona! -Expresó Alexander. -Necesito que hablemos de algo importante, cariño. -Acota Alexander, guiñándome un ojo atrevido. -Mañana iremos a una reunión empresarial, necesito que compres un vestido especial, las chicas están al tanto, te acompañarán. - Alexander bañó a los niños, les cambió a la pijama, se ha convertido en un buen padre, eso me consta. Nuestro hijos se ven tan tiernos y cálidos.

Asiento con timidez, me da pena acercarme a su cara, muero por robarle un beso, de esos que me dejan con ganas de más, que me roban el aliento y me provocan un orgasmo.

Tras los niños haber cenado pizza, Alexander los mandó a cepillarse los dientes para ir a dormir nuevamente, ellos para mi sorpresa obedecen, vuelven a nuestra cama pero a despedirse, me dan un beso de buenas noches en la frente y también a su padre, se marchan solos a su cama, eso me dejó estupefacta, pero me enorgullece. Finalmente la habitación queda solamente para nosotros dos, solos, sin interrupciones. 

-Te amo. Te extrañe y estoy seguro tú también lo hiciste. - Susurra Alexander a centímetros de mi cara, sus facciones lucen suaves, me acercó lentamente, él es el que calla mis labios de una sola vez. Sonrió al final del beso. No existen palabras por mi parte, solamente suspiros y un abrazo.

-¡Buenas noches, mi reina!- Susurra abrazando mi cintura. Deposita un beso en mi frente y quedó dormida. ¡Fue la mejor vuelta a casa! ¿No lo creen? 

 ¡Fue la mejor vuelta a casa! ¿No lo creen? 

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