XII-Dudas

176 7 0
                                    

XII-Dudas.-

Narra Alexander

En mis pensamientos no paran de rondar, de dar vueltas en el mismo asunto: ¿Qué somos? ¿Qué es esa magia embriagante que nos conecta profundamente en un beso, una caricia, un abrazo, un simple gesto? Sinceramente no lo sé, la manera en cómo siento el tacto de ella, junto al mío, tan solo eso es explosión total, nuestros labios haciendo contacto son dinamita pura, hasta el simple hecho de cuando hacemos el amor, es un momento único, es una descripción con un sinfín de palabras.

Estoy confundido, no sé si es mi amor verdadero, si se trata de una simple aventura, enamorarme de dos personas más, no creo que signifique un simple enamoramiento, estoy seguro que no fue un flechazo cualquiera, lo reconozco al sentir su respiración junto a la mía. Decido llamar a mi Nana, nadie mejor que ella, una persona adulta, a lo mejor más experta que yo en el tema del amor, bajo las escaleras, me la encuentro en el jardín junto a mis dos pequeños traviesos, me encanta la imagen que estoy viendo, mi nana es una persona humilde, le encantan los niños, es una experta en entretenerlos, me crió de adolescente como una persona de bien.

-Nana, necesito preguntarte algo.- Susurro nervioso, lamiendo mis labios para poder hablar con claridad.

-¿Qué ocurre, hijo? Te conozco mejor que nadie, sé de corazón que estás enamorado. -Manifestó sonriéndome cómplice.

-Es que amo a Mía. No encuentro la manera de proponerle matrimonio, cuando vuelva. No quiero que se sienta, excluida de mi vida. Quiero que sea parte de nosotros. - Suelto sin más miedoso, mi corazón late desenfrenado.

-Hijo. Tengo muy claro tus sentimientos, hacia ella. He notado que están muy distantes, también una de las razones de que fuese a ese viaje, fue su "nosotros", ella necesita una reconciliación, quiere avanzar pero tampoco sabe cómo. – Expone Nana, parando un momento para aclarar su voz. - No te preocupes, te ayudaré a proponerle matrimonio de manera romántica. –Anuncia.

Sonreí con la cabeza en alto, estaba seguro que ella me amaba, no tenía que creerme que no la amaba, porque tan solo verla, sabía que mis sentimientos eran verdaderos.

Entonces me di cuenta que necesitaba una manera de confesarlo, de decirle al mundo entero que la amaba, que quería casarme con ella no por la empresa, sino por amor verdadero. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Buscando a ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora