XIV-Malvados

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XIV-Malvados. 

El silencio entre nosotros, reina en la sala. No me gusta nada estar sola en casa, no cuando tenemos tantos problemas en la empresa, sólo me quedé en la mansión por los niños, no han parado de toser, estornudar, rascarse el cuerpo, probablemente tienen varicela. Además del mal humor que ya tienen en sus personalidades, estar enfermos los hace ponerse en el nivel extremo de enojo. Me entretengo en la cocina, dejo a los niños en sus sillas de comer, con vista hacia la televisión de la sala, con los dibujos animados, eso los hace olvidarse del picor del cuerpo.

Cuando escucho sonar el timbre, camino con normalidad para abrir, antes miro por el agujero que da vistas al pequeño recibidor, es un cartero, abro la puerta con normalidad, no pensando en ningún tipo de mal, pero desgraciadamente mi vida ha estado sinceramente en graves consecuencias. 

Escucho un grito desconsolado de mi hija. -¡Mamiiiiii! ¡Nooooooo! -Escucho gritar desconsolada a mi pequeña princesa. Lía no mantiene su postura normal, ella corre con gran velocidad hacia las escaleras. El cartero me golpea bruscamente y sale disparado un tiro, no me dió tiempo de proteger a mis hijos, no respiro bien, sólo me toco en dónde empiezo a sangrar y empieza a doler. 

Mientras tanto, la pequeña Lía... 

-Papi, malo, muy malo, ven. -Pronuncia con sollozos, Lía. 

-¿Qué sucede, cariño?- 

-Papi, malo, malo. -Susurra escondida en el baño, Lía. Tuvo la suerte de saber marcar el número de papá en el celular de la casa. Cerró la puerta del baño con seguro, su hermanito estaba dormido en el mueble, escuchó voces desconocidas. 

Alexander estaba revisando una serie de papeles en su oficina, escuchar la preocupación en la voz de su hija lo hizo dejar todo, colgó la llamada al no escuchar nada y se marchó sin previo aviso, manejó lo más rápido que pudo a su hogar, y lo que encontró no le fue normal aceptarlo, una imagen desconsolada. 

Mía tendida en el recibidor, sangrando, sin conocimiento, sin pulso, sin vida... su hijo llorando a su lado. Llamó rápidamente a emergencias, no sabía dónde estaba su princesa, una ambulancia venía en camino, intentó brindarle fuerza a su pequeño. 

La ambulancia no tardó en llegar, enviaron a Mía, él debía encargarse de buscar a Lía, revisó todo el hogar hasta que por fin la encontró, estaba llorando, la abrazó junto a su mellizo, ella sólo pronunció: Vino un cartero muy malo y le pegó a mamá. 

Ingresó a los niños en su auto, los ató y se dirigió con velocidad a la clínica más cercana, dónde tendrían recluida a Mía, mientras llamó a Exy y las demás chicas amigas de Mía, para que supieran lo que había ocurrido, también a su secretaria. Los niños iban inquietos en sus asientos, no fue hasta que Alexander estacionó el auto en el parking de la clínica y los tomó en brazos, los abrazó y les susurró que mamá estaría bien que se pudieron relajar. 

-¡Buenas tardes, señorita! ¿Hay noticias de la paciente Mía Wends? -

-¿Es usted su esposo? -Preguntó la secretaria. Asintió Alexander, un doctor salió del área de emergencia, su rostro no era nada normal. 

-Ella no llegó bien. Tenemos las esperanzas puestas en su recuperación. Intentamos extraer la bala que llegó profundamente a alojarse en una costilla. La extrajimos, pero sus signos vitales estaban bajos, su temperatura nos asustó. Está en recuperación. 

-¿Cuándo podré pasar a verla? -Preguntó Alexander. 

-Primero debe descansar, su cuerpo necesita estabilizarse. Debe llevar a los niños con alguien, no es lugar para dos bebés tan pequeños. -Acotó el doctor. Alexander asintió sin más. Veinte minutos largos en la sala de espera, con dos niños preocupados a su corta edad, se durmieron tras cantarles canciones románticas, luego llegó Exy y sostuvo a Liam, quién se removió incomodo en brazos desconocidos, Lía despertó mágicamente y fue el momento indicado para que Exy llevara a los mellizos al baño y comer algo, para que así pudiera pasar Alexander a ver a su reina. 

Se lavó las manos, la cara y se puso el traje azul respectivo de visitante. Entró en una habitación llena de máquinas, azul cielo y sin mucha iluminación, con flores moradas que aliviaban el ambiente de tristeza. Alexander se incorporó a un lado de Mía, ella respiraba lentamente, sin embargo lo hacía, agradeció por eso. Disfrutó plenamente ese momento, ella tan tranquila, porque aunque pendía de un hilo, la estaba amando honestamente. Tomó una de sus manos entre las suyas, fría, un universo más, distinta; había algo que no podía perder Mía desde que empezaron a vivir juntos,  y era su olor, sí, ella olía a manzanilla, ese olor era realmente hipnotizante, lo aspiró con bacterias en el ambiente y todo. 

-Ay, Mía. No tienes idea lo preocupado que me sentí. Me causaste que saliera de la oficina disparado, el corazón se me iba a salir cuando te vi en el recibidor sangrando, con nuestro hijo en medio de ti llorando desconsolado. Me siento terrible porque no te protegí, ese es uno de mis deberes, y tú... no te mereces nada de lo que te quieran hacer de maldad. Eres tan radiante y hermosa, toda tan perfecta. -Masculló Alexander. 

-Simplemente quiero que nos casemos pronto. Éstas situaciones tan difíciles son las que nos despiertan y nos brindan tiempo para pensar si verdaderamente no valoramos lo que tenemos. -Agregó Alexander, mientras se detenía a detallar a Mía y pensó "Ojalá sea mi esposa pronto." No pasaron ni dos milisegundos, ni un parpadeo, para que Mía empezara a abrir los ojos y parpadear, lo primero que podía ver era a Alexander. 

-¿Cómo te sientes, cariño? - Susurró con dulzura, Alexander. Besó la frente de Mía con sinceridad. 

-Como si me hubiesen querido asesinar, pero estoy viva. -Soltó provocando una risa en la habitación. 

-Es una oportunidad de vivir nuevamente. -Expresó y sonrió. 

¿Estás intentando flirtear conmigo con esa sonrisa?- Pronunció Alexander, ella nuevamente se sonrió. 

-Tómalo como quieras. -Susurró Mía, sin dejar de sonreír. -¿Cuándo veré a mis criaturas? Las necesito, las extraño como si no los hubiese visto en una eternidad. -Agregó.  

-Están con Exy, ella los llevó a comer y al baño. -Susurró. Se acercó lentamente a los labios de Mía y la besó, sin pausas, se disfrutó ese instante. 

-Te amo, Mía. Te estoy amando intensamente todos los días desde que apareciste y quiero vivir todas las etapas a partir de hoy contigo. 

-Sin duda, yo también te amo aunque no suela expresarlo todos los días, sé que mi alma, mis ojos y mi cuerpo lo irradian. -Correspondió Mía. -Sí pudiera te besara apasionadamente justo ahora, pero no puedo ni moverme, me duelen terriblemente mis costillas, amor mío. -

Alexander la besó apasionadamente, unidos en una sola sintonía. Fueron interrumpidos por su 

-¡Mamiii despertó! -Expresó Liam. Se abalanzó hacia ella, y la abrazó con delicadeza. Seguro tía Exy advirtió no ser muy fuertes con mamá. 

-Hijos, los amo. -Manifestó Mía. 

Sinceramente ellos eran uno sólo y... había alguien muy malo o malvados por ahí, acechando la felicidad de la familia. Se suponía ese día sería la cena, el día dónde le pediría una cosa muy especial, pero no. 

LA SUEGRA ES NANA.

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