Jungkook despertó como si le hubieran rellenado la cabeza con lana. Gimió e intentó voltearse de costado, pero recordó que seguía con el traje blindado. El duro material se le clavaba dolorosamente en la espalda. Le dolía todo, pero lo peor era el hombro. Palpitaba, ardía y estaba pegajoso de sangre.Aún no podía creer que él realmente lo hubiera apuñalado. No sabía por qué le resultaba tan sorprendente, salvo que... así no luchaban los prodigios. Peleaban con superpoderes y habilidades sobrenaturales, pero aquel había sido sencillamente un golpe bajo.
Tendría que recordarlo para la próxima vez. Nightmare no seguía las mismas reglas que el resto. Aunque, por otra parte, tampoco lo hacía él. Ya no. No cuando era el Centinela.
Consiguió sentarse. Aunque seguía siendo de día, estaba oscureciendo y las sombras del edificio contiguo habían eclipsado la azotea. Seguramente, había estado desvanecido, al menos, cinco o seis horas. Tenía suerte de que lo hubiera dejado inconsciente aquí arriba, donde era improbable que alguien lo hallara. Aunque era evidente que nadie lo había tocado, le molestaba imaginar haber estado tumbado y vulnerable durante tanto tiempo.
Tumbado, vulnerable e inútil.
¿Por qué no había venido Hyojong a buscarlo? No, aquella era una pregunta estúpida. ¿Por qué habría de hacerlo?Hyojong no sabía que Jungkook se encontraba tras la coraza del Centinela, y además... Habían herido a Jennie y, tal vez, también a Hyunah. Hyojong tenía otros asuntos de qué ocuparse. Habrían ido directo al cuartel general.
Seguramente, seguían allí.
Jungkook miró a su alrededor, para asegurarse de que nadie estuviera vigilándolo desde alguna de las ventanas circundantes. Luego presionó los dedos sobre el centro de la pieza pectoral del traje.
La armadura emitió un silbido sordo y se plegó sobre sí misma como un trozo de origami. Se enrolló hacia dentro, rodando sobre sus piernas y brazos hasta quedar del tamaño de una lata aplastada de aluminio. La plegó dentro de la piel sobre el esternón, y subió el tatuaje de la cremallera que había dibujado allí hacía más de un mes.
Comenzó a abrochar la parte delantera de la camisa, pero el dolor que sentía en el hombro era insoportable. Miró hacia abajo. Tenía un tajo en la tela de la camisa, y aunque la compresión del traje parecía haber frenado la hemorragia, con un simple vistazo advirtió que había perdido mucha sangre. Todo el costado del cuerpo estaba húmedo, la tela de su camisa, prácticamente negra donde la sangre se había coagulado. Se preguntó si ese sería el motivo por el cual tenía tanta dificultad para pensar, o si era el resultado de que Nightmare lo hubiera dejado inconsciente.
Tal vez, una combinación de ambos.
Lo maldijo de todos los modos posibles mientras despegaba la tela de su piel. Luego se maldijo a sí mismo mientras se pasaba la camisa sobre la cabeza.Aquel muchacho tenía un montón de dispositivos poco sofisticados y un poder que solo funcionaba con el contacto piel con piel. ¿Cómo logró vencerlo? Hizo una mueca de dolor, reconociendo su propio intento patético de defender su orgullo. Pero ¿a quién estaba engañando? Había subestimado a un oponente que, evidentemente, no debió ser subestimado. Era fuerte. Era astuto. Y la mayoría de los dispositivos poco sofisticados que lo había visto emplear eran, en realidad, bastante impresionantes.
Sacudiendo la cabeza, comenzó a reír; con ironía al principio, pero luego con más intensidad, realmente divertido. Incluso aunque fuera a expensas suyas. Y se suponía que él sería el próximo gran superhéroe de la ciudad. "La próxima vez", se susurró a sí mismo. Una promesa.
Seguiría entrenándose. Mejoraría. Y habría una próxima vez.