Capítulo 1

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Desde niño su mente jugaba con imposibles, las fronteras de su imaginación simplemente no existían.

 John Galt había abrazado a la ciencia y en particular a la física con el mismo amor con que un músico ama la música y especialmente a su instrumento favorito. Conocía todas las formulas y ecuaciones y sentía que era su obligación someterlas a las pruebas más radicales, no obstante la variable que más le fascinaba era el tiempo. Creía firmemente que el tiempo era una línea transversal que cruzaba la historia en forma implacable. No había forma de detenerla, y mucho menos revertirla.

Ese límite lo enloquecía.

Siendo "v"= velocidad, "e"= distancia, y "t" = tiempo. De v=e/t  se obtiene que t=e/v… entonces mientras “e” sea cada vez más pequeña y “v” cercana a la velocidad de la luz el tiempo tendería a 0, pero, ¿si “e” llegara a ser negativa, el tiempo también lo sería?  

Con el pasar del tiempo y el avance de sus estudios, la respuesta teórica se la proporcionó la física cuántica en particular la teoría de las cuerdas. Entendió que los planos temporales se producen en dimensiones continuas pero curvas, en donde la línea recta sobre un plano "curvado" entre dos puntos no es la distancia más corta. Aparecieron “atajos” temporales que permitían saltar literalmente hacia atrás en el tiempo. La teoría lo sustentaba.

A los veintidós años John Galt ya sabía que haría, construiría una máquina del tiempo aunque le llevara el resto de su vida.

El Mito de EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora