De nuevo me encuentro aquí, buscando con la mirada a la hermosa chica. Cuando la encontré, sentí que mi corazón iba a salir de mi pecho. ¡Estaba aún más hermosa!
Miré disimuladamente como sostenía su libro, o bueno, mi libro...
- ¿Te gusta? – Me atreví a preguntar con una sonrisa. Espero no estar siendo una confianzuda, pero no podía no hablarle.
Ella ni siquiera reaccionó. No me respondió, ni me miró. Simplemente se quedó ahí. Tosí para llamar su atención, a ver si así lograba tener un poco de su atención. Pero nada funcionó. ¿Será que me he pasado de la raya? Tal vez piense que soy una acosadora, o algo por el estilo. ¿Y si le provoco asco? Es por eso que prefiere ignorarme. Digo, subirse a un vagón del metro, con tal de ver a una desconocida, y no dejar de mirarla, puede considerarse acoso. ¿Querrá demandarme? Tal vez solo lo estoy sobrepensando, pero qué pasaría si en realidad fuera así...
¡No puedo ser demandada por acoso en el punto más alto de mi carrera como escritora!
La miré aterrada por todo lo que pasaba por mi mente, y fue ahí cuando me dí cuenta de que ella tenía los audífonos puestos; soy una estúpida.
