Mis bragas estaban húmedas, y aún más cuando sentí sus pechos desnudos.
- P-perdón por lo pequeños que son...– Me dijo entre jadeos.
- ¿Pequeños?. ¡Son perfectos!. Daría lo que sea por seguir tocándolos para siempre...– Le saqué la sudadera, y ella se deshizo de mi polera.
- Creo que voy a morir...– Dijo, mientras miraba mi abdomen. No tiene mucho de especial, pero supongo que le gusta.
Ágil, desabrochó mi pantalón, y se salió de encima para sacarlo. Me quedé en ropa interior, y volvió a subirse sobre mí.
Con mis manos la impulsé hacia abajo, haciendo más fricción entre su centro y mi pelvis.
Su calor y humedad me están enloqueciendo...