Le presté una sudadera, que le llegaba hasta la mitad del muslo, y unas bragas que tenía. Eran nuevas.
- ¿Quieres ver una película?.– Le pregunté, mientras intentaba no mirarle las piernas.
- Me gustaría que me prestaras unos shorts...– Me dijo, avergonzada.
- Creo que te ves bien así.– Le sonreí.– Pero puedo traer una manta si quieres.– Ella asintió, acomodándose en el sofá.