Respiré profundamente antes de entrar, y cuando lo hice, pude ver que estaba vacío. Había un cubículo cerrado, y se escuchaban sollozos.
- ¿Ruby?...– Pregunté, acercándome.
- ¡No te acerques!.– Está llorando.
- Ruby, no llores...
- Oh, no se me había ocurrido, gracias.– Dijo sarcásticamente, sacándome una carcajada.
- Hey, no tienes por qué esconderte. Estoy igual de avergonzada que tú. Ahora sabes que me gustas, ¿No?. Y dime, ¿Qué te ha parecido el libro?...
- Lo he terminado en un día...– Me informó, mientras abría el cubículo. ¿Cómo puede ser hermosa hasta toda desaliñada?.