- Toma.– Saqué el libro de mi maletín.
- ¿Tú...me lo estás prestando?.– Preguntó sorprendida y emocionada.
- No. Te lo estoy regalando.
- ¡Pero está firmado por ella!.– Tomó el libro entre sus manos, tocando la firma.– N-no puedo aceptarlo.– Me lo tendió.
- Claro que puedes.– Miré hacia fuera del metro, y sonreí.– Creo que ésta es tu parada, ¿No?.– Ella miró hacia fuera, y se levantó rápidamente.
- Enserio, muchas gracias.– Dijo avergonzada, luego de salir casi corriendo.
¿Cómo puede ser tan linda?.