XI. Mis tres fantasmas

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Parte 1 Un día como hoy

—Touya… ¿Por qué la cara hoy?—. un joven de piel pálida con cabello blanco preguntaba al moreno mientras se acomodaba los lentes

—Lo de siempre Yuki, hoy se hace más insoportable—. el de ojos chocolates contestó con desdén

—Kinomoto ¿no has pensado en que es tu actitud la que hace insoportable la convivencia diaria?—. un joven de ojos ambarinos comentó algo irritado, las miradas de odio con el moreno tensaron aún más el ambiente.

—Calmense ambos, no empecemos con esta rutina de nuevo—. el chico de lentes suspiro, esperando que finalmente sus acompañantes de calmaran —A todo esto ¿dónde está Sakura?

—Son las dos, debe estar terminando su turno—. el chico de mirada ambarina, algo más joven que los otros dos, suspiró y decidió alejarse un poco más

—Touya, no deberías molestarlo, sabes que para los tres es difícil—. el joven de piel pálida trataba de aminorar el pesado ambiente entre el par de castaños

—Es un mocoso—. refutó con exasperación — además, de verdad es una fecha que no soporto—. la voz más quebrada del moreno arrancó un leve suspiro del chico de lentes

En el momento justo y a la hora de siempre, una hermosa castaña con unos hermosos ojos color esmeralda cruzó las puertas de aquel edificio. Su hermoso cabello caía tímidamente bajo sus hombros y la luz de la tarde hacía resplandecer su hermoso color casi miel. La chica con un semblante un tanto cansado, se dirigía a la parte externa donde la estaban esperando

—¡Tomoyo!—. la castaña se abrazo fuertemente a la hermosa chica de ojos amatistas que la esperaba con una sonrisa —disculpa ¿te hice esperar?

—Llegue hace poco, no te preocupes—. la chica, cuyo cabello largo y ondulado era del mismo color que sus ojos, tomó las manos de quien era su prima —¿como te has sentido?

—Estoy bien—. la esmeralda sonrió, aunque era imposible que una sonrisa cubriera por completo un leve dejo de nostalgia que podía apreciarse en la faz de la castaña. Tomoyo lo notó, pero decidió no decir nada, este día a veces se volvia abrumador

—Quieres que te acompañe o… —. La amatista espero la reacción de su amiga pues siempre había recibido una respuesta negativa. La castaña lo pensó un momento y asintió, decidió que hoy lo haría en compañía de su prima

Ambas mujeres comenzaron su camino en medio de conversaciones cotidianas, ignorando por completo a los tres jóvenes que las seguían a lo lejos, pero muy atentamente.

—Bueno, al menos hoy va con Tomoyo, eso me satisface

—Touya, por favor—. regaño el de lentes —al menos guarda respeto

—En esta coincido con Kinomoto, prefiero que vaya con Daidouji, a que vaya con…

—Con el otro mocoso rubio—. interrumpió Touya las palabras de Shaoran ganándose una mirada de odio por parte de este. Yukito suspiro y se adelantó para caminar más cerca de las chicas, ese par de castaños lograban sacarlo de quicio.

Luego de pasar un momento a una floristería, las chicas se detuvieron frente a aquel recinto, hacia donde todos vamos pero nadie quiere llegar tan rápido. El lugar estaba bastante vacío y la castaña se adentro siguiendo un camino, un camino que hubiese preferido no recorrer tan pronto en su vida. Se detuvo frente a dos lápidas y Tomoyo le paso los ramos de flores, uno de flores de duraznero y otro ramo de hepáticas. Las coloco en sus floreros correspondientes y coloco un poco de incienso en cada una, mientras comenzó a dialogar.

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