Día 7.

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Advertencia: Este capítulo es uno de los más dramáticos de todo el fic.

Esos días eran los peores.

Despertar en medio de la noche por los sonidos que su propio corazón producía en las máquinas que lo monitorizaban no se acercaba siquiera al terror de llevarse las manos al pecho por el dolor, cuando el aire no alcanzaba a sus pulmones porque el corazón se empeñaba en hacerle la vida aún más imposible en otro de sus intentos de detenerse por completo.

Lexa alcanzó con mucho esfuerzo el botón de llamada antes de que todo se pusiera borroso.

Oh, sí. Esos días eran horribles por la sencilla razón de que todos pensaban que Lexa no estaba ahí para escuchar los susurros desesperados, las preguntas de siempre y las respuestas sin cambio. Las mismas lágrimas, los mismos abrazos desconsolados de su familia.

Lo peor era que no alcanzaba a consolarse a sí misma.

"Observamos mejoría en los últimos días", informaba el médico de guardia seguramente Titus se encontraba en casa para la hora en la que su corazón decidió hacer otra escena. "Estábamos por retirar el oxígeno suplementario, pero ha sufrido un derrame en uno de sus pulmones, moderado por lo visto en los estudios", continuó, "No obstante, su saturación de oxígeno en sangre no es prometedora. Realizaremos un ecocardiograma el día de hoy para estratificar el riesgo actual de Alexandra, toma seriada de sangre para evaluar nuestro proceder".

"No..." Anya habló.

"Lo siento, deben estar conscientes de todo", comentó el médico, "Si Alexandra sigue mostrando este grado de deterioro, tendremos que ayudarla colocando un tubo endotraqueal, así como sopesar otras opciones de tratamiento invasivo. No estamos ahí aún, pero deben tenerlo en mente".

"¿No le parece que ha sufrido suficiente ya cómo para que quieran abrirla en dos sin prometer nada?", esta vez fue Augustus quien alzó la voz. "Ella no quiere ningún mecanismo de asistencia", señaló él.

"Hemos informado a U.N.O.S. y están al tanto de la situación, Lexa está en un sitio privilegiado en la lista pero..."

"Su tipo de sangre no ayuda, lo sabemos".

Sus peores días eran cuando le daban esperanza a su padre.

"No hay garantías", repitió el galeno la misma respuesta que habían obtenido desde que tenía memoria.

Lexa podría estar lo suficientemente enferma pero su tipo de sangre siempre era el obstáculo. Era difícil encontrar un candidato que cubriera los requisitos y, para colmo, hubiera sido lo suficientemente humano como para autorizar la donación de sus órganos después de morir.

Si Lexa pudiera, daría su corazón a quien lo pidiera pero temía, estaba por regalarlo a alguien que ni siquiera pregunto si estaba dispuesta a ello.

Los sollozos de Anya llegaron a los estuporosos de Lexa. Su pecho dolía, pero no por causa orgánica.

Las voces cesaron, a pesar de haber estado en el pasillo, no fueron lo suficientemente precavidos como para cerrar la puerta y dejaron que Lexa escuchara la décima sentencia de muerte que ponían sobre su cabeza si un corazón no llegaba a tiempo.

Estaba acostumbrada casi a un nivel de resignación absoluto. Ya no temía a morir.

Después de algunos años ya sólo le sorprendía seguir ahí, pero algo debía mantener al inútil y perezoso que aún palpitaba en Lexa ¿cierto? Le gustaría creer que sí, porque no había hecho mucho en su vida hasta ahora y deseaba cambiar aquello.

"Hey, Heda", le saludó su papá susurrando. Lexa abrió un poco los ojos para verlo, su mirada está fija en ella, pero perdida como siempre. Le acomodó el cabello con cariño, "siento no haber venido con frecuencia", continuó.

27 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora