Día 20.

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"Dios, Alexandra, ocúltalo un poco, ¿quieres?", renegó Anya.

Lexa arrugó el entrecejo confundida, mirándola interrogante al no entender de lo que hablaba. Anya puso los ojos en blanco por lo obvio que era, aunque su hermana parecía perdérselo.

Al no obtener respuesta, Lexa regresó a su actividad previa, escribir. Había recuperado del olvido su viejo cuaderno y se encontraba con la motivación necesaria para redactar los últimos días, empezando por el maratón de documentales, la sesión de karaoke y el último encuentro.

No quiso mencionar la actualización sobre su corazón. No era necesario arruinar la emoción en las últimas páginas. Sin embargo, no por no pensar en ello, no estaba ocurriendo... Titus hizo acudir a su padre para notificarle personalmente su condición.

Algo así siempre era grave en su experiencia.

Su corazón presentaba mayor dilatación y, por ende, mayor crecimiento, tanto que sus paredes estaban tan delgadas que el dispositivo que las estimulaba para alentar sus latidos estaba a milímetros de volverse inútil ante las dimensiones del órgano. Era una bomba de tiempo en el precario borde de darles un mal rato. Podría ser algo pequeño como el derrame sufrido en su última hospitalización o incluso podría detenerse súbitamente, tal cual lo había hecho el de su madre.

Por primera vez Indra lloró en una de sus valoraciones, cansada de contenerse ante su propia incapacidad de arreglarla como no lo hizo con su mejor amiga. Anya tragó saliva pesadamente, entendiendo amargamente y, a su vez, tan cansada y vacía como para imitar a su mentora; aún se refugiaba en la idea del trasplante que estaba tardando demasiado en llegar. Augustus, incapaz de nada, la abrazó, estrujándola como si creyera que entre mayor presión ejercía las piezas enfermas en su pecho se unirían entre ellas o, tal vez, porque sentía que la vida de su hija menor se le estaba escapando entre los dedos de sus manos.

Todos sucumbieron ante el silencio pero Lexa, inconforme con su resignación pasada, no perdió la oportunidad de ahondar un poco más.

Le era imposible pensar en el tiempo que podría pasar aún con Clarke, extendiendo su existencia sólo un poco más. Realmente no era tan ambicioso desear algo tan pequeño como eso, ¿no? Tiempo, unos días más para conocerla tanto como le fuera posible, para diseccionar sus acciones, gustos y pasiones. Ya no quería viajar, ver nevar en pleno verano, mirar atardeceres que no ofreciera su propia ciudad. Sólo quería pasar días pretendiendo que podría sólo ser alguien lo suficientemente buena para llenar las expectativas de Clarke.

"Ahí está de nuevo. Disimúlalo un poco, Lexie. Comienzas a darme envidia", se quejó Anya.

"¿De qué hablas?"

"De tu mirada perdida, tu sonrisa de idiota y tus suspiros nostálgicos. Ya, lo entiendo, estás pensando en la chica Griffin. No hace falta que me lo restriegues en la cara", refunfuñó Anya.

"¿Te has peleado con Raven?", preguntó Lexa no queriendo la cosa, pero dispuesta a todo para desviar la atención de ese tema.

"No...", Anya alzó una de sus cejas. "Un poco, no habla de otra cosa que no sea la cita que no le he propuesto... pero no estamos hablando de Raven, sino de su mejor amiga, una chica rubia, algo imprudente de la que estás enamorada y no lo quieres admitir..."

"No sé de qué hablas", respondió Lexa con tono solemne. "Klark es sólo mi am..."

"Por supuesto que no, Clarke podrá ser amiga mía, pero tuya nunca lo fue", la interrumpió Anya.

"Creí que te caía mal", observó Lexa, no dándose por vencida en desviar el tema.

"Lo hacía, pero entonces mi hermana menor se enamoró de ella y, Lexie, no puedo ir contra los designios del destino", confesó pretendiendo decoró. "Confieso que la idea de que estén juntas me encanta. Incluso Lincoln y yo hemos empezado a pelear sobre el puesto de padrino... Rae ha dicho que Clarke le debe el puesto de dama de honor principal, tendremos que discutirlo civilizadamente cuando llegue su momento", expresó con un tono que era más advertencia aunque nunca llegaron a discutirlo.

27 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora