Día 9.

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Lexa se encontró garabateando el nombre de Clarke en una de las esquinas de su cuaderno mientras realizaba sus deberes del día. En teoría, debería estar libre dado el periodo vacacional pero con la exacerbación de su estado en días pasados y el día libre que dedico al maratón que Clarke preparó, sencillamente perdió el ritmo y este era su castigo.

Indra y su padre prometieron que sería lo último que haría correspondiente a su educación hasta nuevo aviso. Lo cierto es que terminó con todo desde hacía días, pero le gustaba corregir probables errores antes de entregárselo y esperar que sus notas no hubieran bajado. No quería escuchar el sermón sobre la universidad y la importancia de los resultados... porque no tenía esperanza alguna en acudir a ninguna.

Sorprendida de las letras sobre el papel, borró el nombre de la hoja y sacudió la cabeza. '¿en qué estaba pensando?' se preguntó sin obtener respuesta clara. Quizá era porque su nombre era inusual y le recordaba de cierta forma a un león, aunque eso no explicó muy bien por qué tuvo que limpiar otras tres páginas con el mismo problema.

El malestar en el estómago volvió a atacarla, pero eso no era todo, la cabeza le dolía.

"¿Pasa algo, Lex?" se acercó Clarke en el momento.

Lexa tuvo que ocultar su cuaderno bajo la mesa de alimentos o, mejor dicho, su pupitre justo en ese momento. Sería su perdición si ella lograba ver su nombre ahí plasmado, no quería que lo que hubiera entre ellas fuera tergiversado de alguna forma.

"Matemáticas", dijo lacónicamente, "han logrado darme dolor de cabeza".

"Deberías estar descansando, ¿sabes?", la regañó mientras se inclinaba sobre ella para acomodar su almohada. No tenía idea de cómo Clarke supo que le estaba incomodando la posición desde hacía varios minutos pero le encantó que lo hiciera. Lexa pudo ver como la rubia tragaba saliva al estar tan cerca de su rostro. Le hubiera fascinado ser testigo del aroma de la chica, pero el pedazo de plástico del que provenía el oxígeno que la mantenía con vida no le permitió hacerlo. Así que se preguntó a qué podría oler Clarke, si sería su shampoo o tendría un aroma natural tan llamativo como su apariencia.

Nuevamente Lexa se encontró sorprendida al querer saber esas cosas sobre ella. Porque Alexandra Woods no era así, ella jamás se cuestionaría algo sobre nadie, no esas cosas. No desde Costia.

"Debería decir lo mismo sobre ti", se defendió Lexa después de que Clarke pusiera distancia entre ambas, claramente ella estaba acalorada.

"Estoy bien", dijo regresando al sofá donde estuvo jugando con su teléfono antes, a su lado había hojas extendidas, todas llenas de trazos grises. Quizá le dibujó mientras nadie miraba.

"Empiezo a creer que te dieron el alta y no te has querido ir sólo para estar conmigo", comentó Lexa en forma de broma.

"Puede que tengas razón, Woods", contestó ella con una sonrisa socarrona. "Pero no, aún estoy atrapada aquí hasta nuevo aviso".

"Bien, porque empiezo a creer que podríamos compartir habitación, dado que no puedo deshacerme de ti", menciono sin otra intención que continuar la broma.

"¿Es eso posible? Podrías haberlo dicho antes", exclamó con emoción.

Lexa negó rápidamente.

"Imposible, recuerda donde estamos", contestó cabizbaja mientras se llevaba una mano a la frente, aquel dolor de cabeza comenzaba a ser intolerable.

"De todos modos no podrías soportar tenerme cerca todo el tiempo, ¿sabes? caerías ante el encanto de Clarke Griffin antes de lo provisto", comentó.

27 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora