Día 5.

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Le sorprendió despertar con humor mucho más agradable pero la sensación se desvaneció tan pronto encontró la causa de ese indeseado cambio en su rutina: ella.

Clarke Griffin.

Sí, después del asombro inicial de saber que estaba en espera de un corazón nuevo, Clarke y ella congeniaron bastante bien contra todo pronóstico, resulta que investigó sobre algunas cosas sólo para no decepcionarla en futuras charlas que deseaba tener con la castaña. Bueno, sólo si Lexa aceptaba darle la oportunidad. Confesándole que tuvo que recurrir a una de sus amigas menos frikis dado que si le preguntaba a Raven, no estaba segura de resistir la avalancha de información. En su mayoría, Lexa dejo pasar los minutos respondiendo dudas sobre aquel libro, fauna marina y quedó pendiente a satisfacer su curiosidad respecto a otros temas, todo gracias a Indra, quien regresó a despedirse y mirar con desconfianza a Clarke.

"¿Cómo puedes detestar algo que no conoces?", recordó haberle preguntado.

"De la misma manera en la que tú decidiste que me querías fuera de tu cuarto hace unas horas", le respondió.

Lexa también aprendió que Clarke era un poco prejuiciosa con sus gustos.

A ella no le importaba una portada bonita o un sumario más o menos prometedor. No, a ella le gustaba leer la línea final de los libros. Si era lo suficientemente atrapante, sólo así sabría que querría leer la construcción de una historia que llegó a ese final. Lexa la consideró loca pero, sin duda, tenía sentido su inusual forma de ver las cosas.

¿Quién no querría saber cómo acaba una historia? Saber si sufrirás o te gustará, si el final es amargo o absurdamente feliz.

Por supuesto su vida no era un libro y tendría que sufrir antes de saber si le gustaría su propia historia.

No tardó demasiado en convencerle de coger su ejemplar y someterlo a evaluación inicial. Lexa vio como Clarke hacía una mueca de disgusto, pero al final pareció auto convencerse de aceptarlo. Le pidió que se lo llevara y le diera una oportunidad, Clarke lo mió como si fuera un tesoro y no quería aceptarlo, pero Lexa insistió tanto que no le quedó otra que acceder. A cambio Lexa soportó una perorata sobre métodos de entretenimiento más convencionales como películas que tendrían que ver para que fuera un intercambio justo.

El número de veces que Lexa sonrió en compañía de Clarke no fue fácil de contar, pero era seguro que había superado con creces el número total de lo que iba del año.

Deshacerse de Clarke fue una misión que duró casi todo el día y sólo porque Indra regresó para pasar la noche en el hospital. Fue en compañía de Lincoln quien, amable como era, se encargó de casi cargarla- llevarla en silla de ruedas- y arrastrarla fuera de la habitación. Prometiendo que leería el libro con la esperanza de discutirlo con Lexa después.

Lexa sintió como se expandía su pecho. Sentía como si quisiera que llegara ese día ya. Rogó para que fuera una lectora rápida porque sería una lástima que se quedaran solo en el primer libro.

Así que ahí estaba, escondida entre la oscuridad de una mañana naciente completamente aterrada ante la posibilidad de que esta chica extraña pudiera generarle una felicidad a la que negó y, por supuesto, era difícil acostumbrarse. Agradeció al cielo cuando el despertador la sacó de sus cavilaciones para indicarle que su rutina debía dar comienzo.

Su enfermera matutina asistió puntualmente a las seis de la mañana, llevaba un vasito de papel con comprimidos y cápsulas de diversos colores, solía dejarlo sobre su mesita de noche junto con una botella con agua. Lo siguiente era una inspección rápida por un médico interno de sus signos vitales para ver que no hubiera variaciones extremas. Era la parte que más detestaba, pues siempre colocaban el estetoscopio frío sobre la piel desnuda de su pecho durante un minuto rigurosamente para saber qué tan lento o rápido iba su corazón, si existían sonidos nuevos o cualquier cosa que antes no estuviera ahí. Él médico de pregrado anotaba metódicamente los datos recabados mientras vigilaba que Lexa no se deshiciera de ninguno de sus medicamentos, los cuales siempre tragaba en un solo intento.

27 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora