Día 25.

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Las manecillas del reloj parecían moverse dos veces más lento de lo normal, aunque cada segundo resonaba claramente en el silencio asfixiante de aquella sala de espera. Estaba segura de haber escuchado ese infernal sonido más de cincuenta mil ocasiones en el transcurso de la noche, no parecía haber más que oír entre los susurros de los presentes y el tiempo escapar en fracciones enlentecidas por la misma incertidumbre.

Jake había tomado la decisión correcta al seguir su instinto en lugar de los consejos de su hija cuyo optimismo asociado a Lexa ofuscaba su visión sobre la salud de la joven. Desde el primer momento que percibió la carencia de respuesta ante cualquier estímulo, ya la esperaban en la zona de urgencias de su hospital. Abby tuvo la iniciativa de llamar a Titus, quien llamó a Augustus e Indra en el momento en el que supo que Lexa estaba en camino.

Clarke observó como la bajaban tal muñeca sin vida desde la camioneta. La trasladaron a una camilla, quitando su cánula nasal para reemplazarlo por una mascarilla facial con una bolsa transparente unida a ella, escuchó órdenes precisas de los médicos a su alrededor. Alguien, le pareció que fue la voz de su madre, describió el caso de Lexa.

"Femenino de 17 años, antecedente de insuficiencia cardiaca severa, probable choque cardiogénico..." recitaba profesionalmente mientras llevaban su cuerpo al área roja en el departamento de urgencias.

"Su marcapasos debió fallar", se dijo a si mismo el médico especialista colocándose inmediatamente el estetoscopio para explorar los puntos cardiacos en su pecho. Si sentía miedo por la vida de su paciente, nunca se notó.

En algún momento alguien detuvo los pasos de Clarke, a quien no lograron separar de Lexa en todo el trayecto. Observó en abrumador silencio cómo la despojaban de su ropa con prisa, invadiendo su cuerpo con agujas cuyo objetivo era administrar lo necesario para reestablecer las funciones que estaban cesando en su sistema. Lo último que vio fue cómo llevaban el carro para pacientes en paro cardiaco a su lado antes de voltearse, incapaz de ver lo que seguía, encontrándose con el pecho de su padre y sus brazos rodeándola para consolar de alguna manera el pánico que no externaba.

***

Indra fue la primera en llegar. No se detuvo a mirar a ninguno de los Griffin presentes, a su lado estaba una chica un par de años más joven que Clarke, era la viva imagen de su madre, con rasgos más finos y menos cargados del estrés que Indra siempre llevaba encima. Inmediatamente exigió hablar con el médico de Alexandra. Gaia tuvo que intervenir demasiado pronto dado el hostil tono que la mujer estaba utilizando al espetar órdenes. Su madre la miró con profunda desilusión en sus orbes, pues dio muchos años al cuidado de la hija de su mejor amiga dejando a la suya siempre de lado y justo en ese momento, era ella quien le procuraba paz al tormento que su mente sufría.

"Todo estará bien", repetía la chica. "Ella estará bien", repitió con un tono tan seguro que parecía incluso místico.

Indra no tuvo tiempo de discrepar con su hija. Se sentía culpable, se percibía a simple vista. La última semana estuvo alejada de ella y su familia porque no compartía esa perspectiva liberal que estaban teniendo frente al nuevo comportamiento de Lexa. Sabía que haberle permitido precisamente eso fue lo que la trajo tan pronto al hospital en tan mal estado, pero también era consiente muy dentro de ella, que la chica merecía experimentar la vida a través de los ojos de alguien que realmente disfrutara los días. Odiaba lo mucho que le recordaba a su madre justo ahora, odiaba no ser capaz de darle la misma libertad que le dio a ella porque sabía que esto pasaría.

Augustus y Anya llegaron a continuación. Uno más blanco que el otro, las manos de Anya temblaban sin control mientras intentaba guardar las llaves de su auto en algún lugar, pareciendo no enterarse que no tenía bolsillo en ninguna de sus prendas. Aunque no articulaba palabra alguna, parecía repetir como si fuera un mantra una negativa, llevaba ropa casual, un bonito conjunto que quizá preparaba para la presencia de la chica latina que quizá estaba arreglándose también.

27 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora