Día 11.

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Idiota.

Lexa se lo repitió una y otra vez desde la noche anterior. Por supuesto que no se comparaba en nada con el 'te lo dije' que no quería escuchar y, sobre todo, no viniendo de sí misma. Lo sabía desde el primer día que vino con su amplia sonrisa, caminar desenfadado y sus ojos azules preguntando si sería buena idea estar ahí.

Claramente fue una pésima idea. Una muy egoísta.

Claramente la única idiota fue y siempre sería sólo Lexa.

Todo le indicaba que esto pasaría. Era consciente que Clarke no estaba tan enferma como ella. Esto no era su culpa, lo era de Lexa por dejarla entrar y quedarse, era una de cientos con los que tuvo una historia similar, un nombre más en la lista. Sin embargo, dolía un poco más que cualquiera de ellos. Incluso tanto como Costia. Lo peor es que aún estaba aquí, en el mismo piso, esperando por ser libre y Lexa sentía como si realmente fuera una pérdida irreparable.

'Es mejor así', se dijo desde la noche anterior cuando la escuchó fuera de la habitación rogando que la dejara pasar.

Indra, quien solía quedarse un par de noches con ella en la semana, no dejó de verla preocupada por su negativa ante la presencia de la que creía era su mejor amiga. Su incertidumbre culminó en discusión, ella siempre procuraba ser indulgente con Lexa, incluso cuando hacía las rabietas que le concretaron para mal el apodo de comandante, nunca decía o hacía algo que derivara en alterar a Lexa pero aquella noche, pese a ser una de las primeras opositoras en su amistad, no logró entender el por qué no le permitía hablar a Clarke con ella para disculparse o redimirse como considerara apropiado. Lexa incluso le prohibió tajantemente contestar a sus llamados.

Clarke fue insistente por más de media hora. Llamándola por su nombre, por su apellido, usó su apodo y mezclas del mismo, recurrió a retarla a salir, no obstante, cuando Lexa venció con éxito su paciencia, sólo guardó silencio, probablemente Clarke pensó que al quedarse dormida le sería sencillo escabullirse. Lexa deseó con cada célula de su ser que lo hiciera, que volviera a ser impertinente, pero Clarke no lo fue, la castaña pudo observar cómo lo poco que se colaba de la sombra bajo el marco de la puerta desaparecía lentamente para no regresar.

Indra observó con angustia como Lexa endurecía su rostro mientras sus ojos buscaban la manera de no llenarse con lágrimas.

"Habla con ella, Heda", pidió con voz baja y sosegada, pero Lexa se negó tajantemente. "Lo haré por ti si no".

"¡No!"

"Lexa, esto es absurdo", le exclamó. "No puedes obligarla a sentirse mal por mejorar".

Lexa dejó de respirar en ese momento. Nunca quiso a Clarke enferma, sencillamente no quería que se marchara. No hubo nadie libre de enfermedad que regresara, por mucho que prometieran que lo harían. Fue una lección que le costó muy caro aprender. Y egoístamente no quería que Clarke la abandonara también. No quería que regresara a su vida y convirtiera a Lexa en un recuerdo de su estadía fugaz.

"Hey, heda respira. Mírame, respira...", Indra se acercó a la adolescente en crisis y, por primera vez en mucho tiempo se animó a abrazarla mientras la obligaba a verla para que siguiera sus indicaciones.

"No quiero que se olvide de mí", sollozó Lexa tras dar un suspiro largo poco antes de romper en llanto.

Indra sintió su propio corazón romperse con esa escena. Conocía a la familia Woods desde que Augustus y Rebecca se conocieron en la secundaria, ella estuvo con ellos como amiga en toda la historia de su relación y después cuando las niñas llegaron a su vida. Padeció la muerte de su mejor amiga y ayudó a su viudo a mantenerse de pie. Siempre preocupándose de la integrante menor dado que Anya era un caso aparte, pero Lexa con su mirada profunda y actitudes de alma vieja siempre la mantuvieron al borde de la incertidumbre. En su vida lloró profundamente tres ocasiones, la primera fue muchos días después de que su mamá partió, la segunda cuando Costia rompió su promesa y la tercera era la que estaba espectando justo en ese momento.

27 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora