DOCE

3.7K 376 24
                                    

A lo lejos comenzó a escuchar un sonido que poco a poco fue despertándola hasta darse cuenta de que se trataba de su alarma. Valentina hizo un pequeño ruido de queja haciendo que Juliana estirara su brazo para alcanzar el teléfono y apagarlo rápidamente. Se suponía que hoy irían al parque a correr un rato pero dudaba mucho que eso sucediera con la desvelada de ayer. La noche anterior se habían dormido bastante tarde, había tenido que acompañar a Valentina a un evento de su papá que se había alargado demasiado. Normalmente no era una fanática de ese tipo de eventos pero como buena novia tenía que hacer algunos sacrificios. Valentina, sabiendo lo mucho que Juliana odiaba ir a ese tipo de cosas, había dedicado el resto de la noche a complacerla y hacerle saber con sus besos y caricias lo agradecida que estaba por haber ido con ella.

Juliana sonrió al recordar la noche anterior y lo mucho que habían disfrutado juntas. Si bien era cierto que Valentina había sido la primera y única amante que había tenido en su vida, estaba segura que nadie podría compararse con ella. Desde el comienzo de su relación habían tenido una química extraordinaria tanto emocional como físicamente.

Dejó salir un suspiro y acarició delicadamente los brazos de Valentina que se encontraban rodeando su cintura. Sintió los pechos desnudos de su novia en su espalda y su respiración en su nuca y las ganas de verla y admirar la ternura de su rostro dormido la invadieron, por lo que intentó darse la vuelta para quedar frente a ella con cuidado de no despertarla. Valentina era una mujer hiperactiva, le encantaba estarse moviendo y parecía tener una energía interminable, eran pocos los momentos en los que se quedaba quieta en algún lugar. Por esta razón era que Juliana amaba verla dormir, así podía darse el tiempo de admirar la exquisita belleza del amor de su vida.

Una vez que logró recostarse de frente a Valentina, acarició su mejilla y quitó con cuidado el cabello castaño de su cara, colocándolo detrás de su cuello. Sin duda alguna se sentía la mujer más afortunada del mundo.

"Tu mirada creepy no me deja dormir." Murmuró Valentina con los ojos cerrados y formando una pequeña sonrisa.

Juliana le sonrió y le dio un beso en la frente, "Que fea, no te estoy viendo de forma creepy," respondió riendo, "Es de forma romántica y encantadora."

Valentina comenzó a reírse y sus mejillas se sonrojaron. "Me da como que risa que me veas así."

"¿Por qué?"

"Pues no sé, ¿por qué te gusta verme tanto?" Preguntó curiosa.

"Me encanta cómo te ves mientras duermes, así bien tranquilita, como si fueras un angelito aunque en realidad seas un torbellino." Contestó en tono burlón.

Valentina comenzó a reírse. "Grosera." Le dijo sacándole la lengua.

"Ya ven," continuó Juliana. "Qué quieres que te diga, Val? Me encantas, me encanta ver tu carita."

Valentina la jaló hacia ella y le dio un suave beso en los labios. "¿Te va a encantar ver mi carita toda la vida? ¿Aún cuando este viejita y arrugada?"

"Definitivamente." Afirmó Juliana dandole otro pequeño beso en la comisura de los labios y sonriéndole.

"¿Cómo estás tan segura?"

"Porque aunque físicamente eres la mujer más hermosa del mundo, la razón más importante por la que me gusta tanto verte es que te amo, haces que mi corazón se vuelva loco de amor con solo mirarte."

Los ojos azules de Valentina comenzaron a brillar aún más al escuchar esa confesión y la sonrisa que le dedicó a Juliana iluminó toda la habitación. "Te amo, mi amorcito cursi hermoso."

Te cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora