VEINTICUATRO

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Se encontraba sentada en su cama con una caja abierta y muchísimas fotografías de diferentes etapas de su vida regadas a su alrededor.

Escuchó unos pasos acercándose a ella desde atrás y sonrió al sentir un beso depositándose en su mejilla izquierda.

"¡Listo!" Exclamó una voz emocionada. "Ya por fin terminé de mandar el horrible proyecto y soy libre por los próximos dos meses." Dijo aliviada. Había llegado esa mañana de la ciudad en donde estaba estudiando y después de desayunar con su mamá en el balcón frente al mar, había tenido que terminar un trabajo que tenía pendiente antes de poder estar de vacaciones oficialmente. "¿Qué estás haciendo?" Le preguntó a su madre mirando el desorden de la cama.

"Estaba arreglando el closet y me encontré estas fotos, me puse nostálgica."

La castaña sonrió y se sentó frente a ella tomando algunas de las fotografías que estaban en la cama para verlas. "Eres una cursi."

Juliana giró los ojos y la empujó con cariño. "Grosera."

Elena soltó una carcajada.

Juliana la observó sonriente mientras veía las fotografías de su infancia.

Elena era hermosa. Con su 1.70 de estatura, cuerpo escultural, piel dorada, cabello oscuro, y los ojos color chocolate más profundos y expresivos. Todas las personas se encargaban siempre de decirles lo parecidas que eran. Y era cierto, a sus 21 años era la viva imagen de Juliana a su edad. Tenía además una belleza interior extraordinaria, siempre leal, siempre protectora, siempre humilde. Era tímida y un poco introvertida pero cuando tenía confianza era la más bromista también y tenía un gran sentido del humor. Disfrutaba del arte en todas sus expresiones y su sentido de la moda era exquisito por haber crecido con una mamá que la vestía de forma espectacular desde muy pequeña. También tenía ciertas cosas de Valentina, como su generosidad y la pasión con la que amaba a las personas. Elena era simplemente un ser luminoso. Y Juliana se maravillaba de tener una hija como ella.

Elena sonrió al mirar una fotografía y la extendió para que Juliana la viera también, era una de las últimas fotos familiares en donde estabas todas.

"Nos vemos muy bien, ¿no?" Preguntó Juliana.

Elena asintió con una sonrisa. "Somos muy guapas." Afirmó segura. Ciertamente las cinco mujeres Carvajal-Valdés eran increíblemente hermosas. "¿Extrañas a mamá?"

Juliana dejó salir un suspiro antes de responder. "Muchísimo." Respondió pensativa. "Mucho, mucho...pero ahora tengo a mis tres niñas conmigo." Dijo sonriente.

Elena le tomó la mano y la apretó. Ella también extrañaba a su mamá.

El dulce momento entre madre e hija fue interrumpido por el sonido de la puerta principal abriéndose y las voces de sus hijas menores.

"¡Má, ya llegamos!" Exclamó Adela, "Tu hija casi se estrella estacionando el carro."

"Si, mi amor. Ahorita ya bajo." Respondió Juliana desde su habitación distraída y sin prestarle atención al último comentario de su hija.

"¡No es verdad!" Se quejó la menor. "¡No le creas nada, es una exagerada, solo se me fue poquito el pie," Se escuchó la puerta azotándose.

"¿Solo un poquito? Estuviste a dos de chocar."

"Estás loca, ni al caso. Además, no es mi culpa que desde lo de mamá no haya podido practicar."

"Ya, perdón."

"Como sea, ¡¿ya llegó Eli?!"

Elena suspiró, "¡Aquí estoy, niñas!" Dejó las fotografías en la cama y se levantó. "Voy abajo antes de que se agarren de las greñas."

Te cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora