CATORCE

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Valentina estaba parada frente a la ventana de su cuarto viendo hacia el jardín y perdida en sus pensamientos. Se le hacía un poco irónico que luego de todo lo que había pasado en su vida, y de lo mucho que ella había cambiado en los últimos años, ahora estaba de vuelta en su habitación de la infancia y todo parecía estar exactamente igual que antes de irse.

"Aquí está la última maleta, señorita." Dijo Alirio entrando a la habitación y colocando una pequeña maleta de color negro en el piso.

"Gracias, Alirio." Respondió Eva. "Prepárame la camioneta otra vez, salimos en 10 minutos a la oficina."

"Claro que si, compermiso."

"¡Mi niña!" Exclamó Silvina al mismo tiempo que entraba al cuarto de Valentina para abrazarla. "Que bueno es tenerte en casa otra vez, ¿te hago una sopita? ¿Unas quesadillitas como las que tanto te gustan? ¡Ya sé, una hamburguesa con extra queso y papitas!" Dijo efusivamente mientras apretaba a Valentina entre sus brazos y le sobaba la espalda.

Valentina se dejó abrazar y consentir por unos segundos antes de dar un paso atrás y soltarse de sus brazos. "No tengo hambre, Chivis, pero gracias. Tal vez un poquito más tarde." Respondió con una media sonrisa.

La verdad es que se sentía bastante nerviosa de estar de vuelta en su casa, estaba emocionada por haber salido pero la angustiaba un poco cómo sería su vida de ahora en adelante. Toda la atención que estaba teniendo la hacía sentirse un poco abrumada y quería unos minutos a solas para pensar en sus siguientes pasos. Además de que por alguna razón se sentía muy cansada y tenía ganas de acostarse un rato y relajarse con un poco de música.

Eva notó la incomodidad de su hermana y decidió interrumpir. "Hay que dejar a Valentina, Chivis. Seguramente está cansada y va a dormirse un rato."

"Pero es que está muy delgada mi niña, necesita alimentarse bien."

"Te prometo que en un ratito bajo a comer." Valentina le dedicó una sonrisa para tranquilizarla.

Realmente apreciaba mucho la preocupación y el cariño que Silvina le demostraba siempre y se prometió a si misma que intentaría no preocuparla más.

Silvina podía ser bastante terca pero sabía que en este momento lo mejor era hacerle caso a Eva y darle espacio a su niña. "Bueno, bueno, ya me voy a hacer la comida. Pero un juguito aunque sea si te voy a traer." Caminó en dirección a la puerta y antes de salir escuchó a Valentina llamarla.

"¡Chivis! Que sea de naranja, please." Le guiñó el ojo y Silvina le sonrió de vuelta antes de salir de la habitación dejando a las hermanas solas.

"Vale ¿estás bien?" Preguntó Eva acercándose a ella.

Valentina dejó salir un largo suspiro antes de responder. "Estoy bien." Le dio una pequeña sonrisa.

Eva la miró por unos segundos tratando de decidir si Valentina le estaba diciendo la verdad antes de asentir. "Okay, tengo que ir a la oficina un rato, llevo mi celular conmigo por si necesitas algo y en caso de que por alguna razón no te conteste, sabes que puedes llamar a la oficina." Se acercó a ella y le tomó la mano dándole un ligero apretón.

A pesar de que Eva era la persona menos cariñosa que Valentina había conocido, sabía que en el fondo la amaba muchísimo y que lo único que quería era verla bien, se prometió también no hacerla sufrir más.

"Gracias, Eva." Le dio un beso en la mejilla y le dedicó una sonrisa.

Eva le sonrió, la soltó y se dirigió a la salida. "Chivis va a estar al pendiente pero, ¿quieres que llame a Juliana?" Le preguntó antes de salir.

Te cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora