Las lágrimas salían de sus ojos cafés sin poder evitarlo, empapando sus mejillas rojas por el llanto y escurriendo hacia su cuello. Nunca había tenido un nudo así de grande en la garganta. Sentía como su corazón se rompía por ella, por su sufrimiento, por su impotencia. Era evidente que el dolor, la soledad y la desilusión aumentaban en cada entrada de ese diario. El cambio era obvio, cuando al principio las entradas mostraban el dolor de haberse ido, al final se habían convertido en resignación y desesperanza por haber perdido tanto.
Leyó sus palabras una y otra vez, pasó toda la noche releyéndolas, memorizando el sufrimiento y la pena.
Su pecho se sentía pesado, sus ojos drenados y su alma cansada.
Leyó todo hasta que no pudo más y aún después siguió leyendo. Solo las últimas entradas se parecían un poco a su Valentina. A la tierna, valiente y optimista Valentina.
En su mente grabó todo lo que Valentina escribió para ella, lo único que dejó sin leer fue la última entrada, esa entrada que había sido escrita ese mismo día tan solo minutos antes de que Juliana llegara a verla.
Dejó esa entrada sin leer porque quería leerla cuando todo lo demás dejara de dolerle, cuando fuera capaz de entenderla, de creerle.
Era ilógico pensar que toda la confianza se reconstruiría a partir de ese momento, estaba segura que así no funcionaban las cosas, sin embargo algo había cambiado para Juliana.
No podía negar que leer el dolor que haberse marchado le había causado a Valentina, la rompía de la misma forma que haber experimentado el dolor de perderla. Ambas habían sufrido demasiado sin la otra y tal vez la vida, el universo o el destino les estaba regalando una segunda oportunidad de hacer las cosas bien.
¿Debería arriesgarse?
Se fue directamente a la última página de esa libreta.
Si aún queda un poco de esperanza de que algún día estemos juntas otra vez, prometo no volver a equivocarme. Prometo amarte bien esta vez. Prometo cuidarte y cuidarme. Prometo escribirte horas y horas, prometo aprender historias para contarte, y prometo también inventar nuevas palabras para decirte en todas que te quiero como a nadie.
Eran las cuatro de la mañana, literalmente llevaba toda la noche leyendo y pensando.
Tomó su celular y buscó el contacto de Valentina.
Escribió únicamente dos palabras antes de enviar el mensaje, apagó su celular, cerró la libreta y la colocó en el buró a su lado. Se recostó en la cama y abrazó la almohada empezando a respirar profundamente con los ojos cerrados hasta quedarse dormida.
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"¿Por qué me dejaste solita en la cama mi amorcito hermoso?" Preguntó Valentina al encontrar a Juliana sentada en la barra de la cocina dibujando en su cuaderno. "Me da frío." Dijo con un puchero. Caminó hasta su novia y le dio un dulce beso en la mejilla.
Juliana le sonrió y dejó su lápiz en la barra para poner sus manos sobre las caderas de Valentina y apretarla a su cuerpo. "Perdón, Val." Le respondió y empezó a frotar sus manos sobre los brazos fríos de su novia. "Me dio sed y vine por agua, después tuve una idea para un vestido y tuve que dibujarla antes de olvidar algo, pero ya terminé," Dijo cerrando la libreta. "Vamos a dormir."
"Esta bien, te perdono si me das un besito." Le dijo antes de acercarse a su boca y darle un largo beso. Se separaron después de varios segundos y se miraron a los ojos. "Que rico beso."
"¿Estoy perdonada ya?" Cuestionó Juliana con una sonrisa.
"Solo si me dejas ver."

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Te cielo
RomansaAU JULIANTINA ¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: Yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.