CUATRO

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Por fin estaba haciendo calor en la ciudad. O tal vez Juliana ya se estaba acostumbrando al clima de aquí otra vez. Llevaba tres semanas de vuelta y finalmente podía salir de su casa sin la necesidad de cargar una chamarra extra. Abrió la puerta de la cafetería y le sonrió a Sergio quien se encontraba detrás de la caja atendiendo a los clientes. Caminó hacia la esquina más alejada para sentarse en su mesa de siempre y sacó su computadora para empezar a trabajar.

Últimamente estaba sumamente ocupada, la apertura de su primer tienda la tenía increíblemente emocionada y orgullosa pero había pasado varias noches sin dormir tratando de tener todos los detalles listos. Se sentía muy cansada aunque al mismo tiempo estaba agradecida de tener tantas cosas que hacer porque eso evitaba que recuerdos tristes inundaran su mente. Afortunadamente para ella, no había ocurrido aún un encuentro accidental con Valentina. La parte más racional de Juliana sabía que la ciudad era demasiado grande como para que se encontraran por casualidad, sin embargo, antes solían frecuentar los mismos lugares. La gran mayoría de restaurantes/bares/tiendas y demás favoritos de Juliana, se habían convertido también en los favoritos de Valentina y viceversa, por lo que no era tan loca la idea de un posible encuentro.

"Qué onda," Saludó su amigo "¿Mucho trabajo?" Sergio colocó dos tazas en la mesa y jaló la silla de enfrente para sentarse con Juliana. Ella sonrió agradecida y tomó un sorbo de café.

"Me estoy volviendo loca. Son demasiadas cosas." Respondió pasando su mano sobre su cabeza en señal de fatiga.

"Si hay algo en lo que pueda ayudar, me dices." Ofreció amablemente.

"Hiciste demasiado con la mudanza, neta muchas gracias por eso."

Había pasado las primeras semanas en México viviendo con su mamá y aprovechándola al máximo pero sabía que debía encontrar un departamento. Estaba acostumbrada a tener su espacio y sus cosas. Por más que disfrutara pasar tanto tiempo con su madre, también extrañaba su independencia. El primer fin de semana de su regreso, lo pasó viendo departamentos con Sergio y después de recorrer una larga lista, por fin había encontrado uno que le encantaba. Todas las tardes de esta última semana había pasado por Sergio cuando cerraban la cafetería y se habían ido a comprar muebles y todo lo demás que necesitaba para poder mudarse. Finalmente la noche anterior habían terminado de llevar todas las cosas y se mudó oficialmente.

"Equis, no fue nada. Estamos a mano con una botellita de vino, o si lo prefieres, también puedo aceptar que me presentes a alguna modelo guapísima." Respondió guiñando el ojo.

Juliana rodó los ojos y sonrío por su amigo. "Te he presentado a miles de modelos y sigues igual de soltero." Dijo en tono burlón.

"Es porque soy demasiado bueno para ser verdad." Respondió en broma logrando sacarle una ligera risa a Juliana. Si había alguien en el mundo que podía hacerla sentir relajada en cualquier momento era él. "Te ves muy bien hoy."

"Espero que no estés coqueteando conmigo porque te recuerdo que soy gay."

Sergio rodó los ojos y sonrío. "A esto me refiero, estás siendo más tú. Te ves más feliz que cuando llegaste."

"No sé si feliz sería el adjetivo que elegiría pero si me siento mucho mejor."

"No seas pesimista, una vez me dijiste que ser feliz es una decisión que hay que tomar todos los días."

"No es pesimismo, estoy siendo sincera. No todos los días tengo ganas de sonreír, hablar y actuar como si la vida fuera perfecta. Hay días difíciles en los que quiero tomar mis maletas y volver a irme. Pero al mismo tiempo, la tienda me tiene tan emocionada, ver a mi mamá me ha hecho muy feliz, el depa está quedando increíble. Siento que me están pasando muchas cosas chidas y tengo que disfrutarlo."

Te cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora