El viento era suave, solo lo suficientemente frío para refrescar la playa sin ser demasiado. Disfrutaba sentirlo acariciando su piel y haciendo volar su cabello. Era una mañana tranquila, de esas que tanto le gustaban. De esas que tanto había extrañado.
Juliana llevaba apenas unos minutos despierta. Estaba completamente enamorada de los amaneceres a la orilla del mar, del sonido de las olas chocando unas con otras, de la brisa cálida sobre su rostro, del bronceado permanente que ahora tenía su cuerpo luego de estar viviendo aquí por un mes y de la vista tan bella que tenía de la inmensidad del océano desde el ventanal de su habitación.
Luego de haber pasado tanto tiempo lejos se sentía como una turista otra vez. Treinta días no habían sido suficientes para acostumbrarse a vivir aquí nuevamente. Había disfrutado infinitamente de la ciudad pero esta playa tenía un lugar especial en su corazón. Había sido el lugar en donde había escapado de su pasado, en donde había encontrado inspiración para crear cuando perdió a su musa y en donde había sanado su corazón.
Extrañaría su ciudad y las luces, los restaurantes, tal vez incluso el tráfico. Extrañaría su tienda que ahora había crecido lo suficiente para mantenerse a flote por sí misma y solo necesitar de ella una o dos veces al mes. Extrañaría a Sergio, su confidente y mejor amigo, y sus bromas tontas, sus salidas de antro y sus deliciosos cafés. Extrañaría a su mamá y sus consejos, las noches viendo telenovelas juntas y las cenas en familia.
Extrañaría muchas cosas de México. Pero estaba sumamente feliz de estar de vuelta.
Le sonrió a Panchito una vez más, agradeciéndole, y lo miró darle el teléfono a su mamá.
"Feliz cumpleaños, mija." Dijo Lupita a través del teléfono, la pantalla mostrando su rostro sonriente. "Luego de que volviste creí que ya no pasaríamos tus cumpleaños lejos." Continuó con la voz entrecortada por la emoción.
"Gracias, ma." Respondió sonriendo. "No llores, Lupe, te prometí que vamos a ir el próximo mes."
"Nomás lloro de la emoción de verte tan contenta. Te ves feliz, Juli."
"Lo estoy." Contestó emocionada y miró hacia la ventana de la habitación donde se encontraba uno de los mayores motivos de su felicidad. Recostada en la cama, con la espalda desnuda brillando por los rayos del sol que se asomaban por el cristal y las nuevas pecas que habían aparecido los últimos días, una sábana blanca cubría sus kilométricas y delgadas piernas y su largo cabello dorado se extendía sobre la almohada que abrazaba entre sus brazos.
Lupita sonrió al verla suspirar. "¿A qué hora empiezan la celebración?"
Juliana sonrió y mordió su labio inferior al recordar cómo habían empezado la celebración desde la madrugada en la que Valentina se había dedicado, por horas, a demostrarle lo mucho que la amaba con sus besos y sus caricias.
"No me refiero a ese tipo de celebraciones, Juliana." La reprendió su mamá al verla.
Sintió sus mejillas sonrojándose y volteó los ojos. "No sé, ma. Creo que vamos a ir a desayunar y tal vez después vamos a la playa, le pedí que nos quedáramos aquí el resto de la tarde, ya sabes que me gustan los planes tranquilos."
"Y también sé que a Valentina le encanta consentirte, no me sorprendería que te tenga muchas sorpresas."
Sus labios se elevaron en una sonrisa, se sentía muy afortunada de tener en su vida a Valentina y de pasar uno más de sus cumpleaños a su lado. Después de todo, ahora valoraba muchísimo más las pequeñas cosas. "Ya te contaré después." Empezó a escuchar los ligeros sonidos que hacia Valentina al despertar y volteó para verla estirándose y buscándola con los brazos.
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Te cielo
RomanceAU JULIANTINA ¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: Yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.