Parte 40

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El torniquete en su pierna le ayudaría a soportar la herida hasta que el suero actuara. La sangre que había manado a través de la lesión, estaba congelándose, provocando que la zona se adormeciera y doliese menos.

El frio se colaba por su traje y la velocidad que había alcanzado con la motonieve, hacía difícil escapar de él, a eso se le sumaba la aguanieve que le golpeaba la piel descubierta del rostro. Agradecía tener a disposición el vehículo adecuado para el terreno, eso le permitía transportarse a una velocidad constante y perder menos tiempo tratando de llegar. Viajar en el jet perteneciente a T'challa, había sido de ayuda, sin embargo, éste no podía acceder más allá de la base del lugar en donde se encontraba el bunker de Hammer. Aunque, si lo pensaba, tampoco creía que el quinjet sirviera para tal propósito y, de igual manera, S.H.I.E.L.D. no se los habría concedido.

Según lo que Bruce le había dicho, el aparato que habían encontrado en posesión de Catherine -quien había logrado introducirlo portándolo en su estómago- emitía una señal entre cuyas características, había un código -llamado firma-. Dicho código, les permitió saber, luego de un trabajo de criptografía bastante avanzado, que el equipamiento pertenecía a Industrias Hammer. Sin embargo, a pesar de ello, no tenían pruebas de que Justin Hammer estuviese involucrado. Eso, hasta que en la prisión ocurrió un atentado en contra de Catherine que, luego de eso, se puso muy colaborativa.

Esquivó los disparos y los láseres calóricos, y lanzó su escudo hacia la dirección de donde provenían, mirando los chispazos que desprendían algunas de las maquinas. Observó a los robots que venían persiguiéndole, adelantarle y esquivó un par de explosiones, cuya onda expansiva provocaron que tambaleara de manera peligrosa. El escudo regreso a su brazo, justo antes de que los robots saltaran encima de él y de esa forma, frenó la mayor parte del impacto producto del ataque de esas máquinas. Con un movimiento de brazo se deshizo de ellos y continuó avanzando por los sinuosos caminos, manteniéndose alerta ante otra posible emboscada.

Debían atrapar a Hammer y si él no llegaba a traspasar el sistema de seguridad, confiaba en que Natasha o Clint lo lograsen. Probablemente, separarlos no había sido buena idea, pero a falta de agentes lo mejor era cubrir todos los flancos posibles.

Recuperar el laboratorio y la máquina, cuidándola también de cualquier posible ataque, demandaba demasiado esfuerzo y necesitaban toda la ayuda que hubiera a disposición. Era por ello, que no pudo permitirse contar con más personal.

Un fuerte golpe lo separó de la motonieve, causando que saliera despedido y cayera al piso con bastante violencia, hundiéndose en el lodo y la nieve.

Uno de los robots saltó sobre él, antes de que pudiese incorporarse, pero pudo detenerlo, golpeando el centro de su estructura con su escudo, el cual se incrustó y al ser liberado arrancó los varios circuitos. Luego de eso, se puso rápidamente en pie y corrió en dirección al bunker, golpeando con movimientos casi automáticos, los robots que parecían salir de la nada para saltar sobre él.

Al llegar al lugar unas gigantescas paredes de hierro franquearon su paso de manera intimidante, sin embargo, lo que para otros hubiese sido un problema, para él no significaba demasiadas dificultades. Las trepó y saltó al otro lado sin mayor esfuerzo, sin embargo, al pisar tierra firme, se dio cuenta de lo que lo esperaba allí, no era nada más ni nada menos, que un campo minado.

Una de las explosiones casi lo manda a volar, el sonido y la onda expansiva consiguieron dejarlo bastante aturdido provocando que apenas fuese capaz de mantener el equilibrio para seguir su camino. A eso se le sumaba el hecho de que, por unos huecos en las murallas a su costado, se asomaban armas que disparaban automáticamente, y algunas de sus balas lograban escabullirse de la protección de su escudo, rasgado su traje e hiriéndole. Sin más remedio, tuvo que arrojar el escudo contra las paredes, para destruirlas, puesto que el tiroteo distraía su atención de las minas.

La identidad del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora