No había podido dormir a causa de la preocupación. Se había paseado por la habitación en un eterno ir y venir, tratando de disipar los nervios que lo asaltaban y esa extraña sensación que parecía gritarle que había algo que no estaba bien.
En la mañana había ido a correr y a despejarse. Creyó que su rutina de ejercicios lo ayudaría con ello, pero la espinilla seguía allí, clavada, sin querer removerse.
Se trataba de Tony. Por supuesto, siempre se trataba de él, su mundo completo parecía girar a su alrededor.
Al regresar a la torre fue directo a servirse un poco de agua a la cocina, encontrándose con Nat, quien estaba allí por el mismo propósito.
—Buenos días- saludó y ella esbozó una sonrisa, ofreciéndole un vaso, como si hubiese sabido sus intenciones. Steve agradeció y lo apuró, en el momento en que se limpiaba el sudor de la frente con el antebrazo.
—¿Iras a ver a Tony, hoy?
Steve la miró sorprendido para luego mudar su expresión por una de calma. Era obvio que alguien como ella, se enteraría de lo que había hecho.
—No lo sé- respondió, simplemente, porque desde aquella discusión -que no lo había sido tanto- que habían tenido, no se había atrevido a regresar a aquel lugar.
—Tony no es una buena persona, Steve.
—¿Qué?
—Ya lo sabes... Es caprichoso y es demasiado egoísta. Jamás se fija en los demás y, quizás, tú esperas algo de él que no obtendrás. Stark no es como tú, Steve... él es un hombre lleno de vicios.
—¿A qué viene eso, Nat? - preguntó, sintiéndose ligeramente ofendido de que hablara de él así, sin embargo ¿No había sostenido algo parecido a lo que ella le decía, alguna vez?
—Quizás, esto no sea de mi incumbencia, pero...Tony va a acabar contigo, eso es lo que hará, porque es lo único que sabe hacer. La cuestión aquí es ver si podrás rearmarte y continuar con él o, si sucederá todo lo contrario.
"Podré con ello... Sí lo haré... lo haré, porque... porque lo..." respondió una vocecilla dentro suyo, que lo llenó de pánico y provocó, que pronto tratara de ahogarla.
—Con todo respeto, Nat, pero como has dicho, esto no te incumbe- respondió y abandonó la cocina, sintiendo un regusto amargo en la boca. No había querido sonar tan brusco con Nat, sin embargo, sus palabras no le habían gustado. Él había amado a Tony antes de que todo se volviese confuso, había visto en él lo generoso y cálido que podía llegar a ser. No obstante, por esos días no podía evitar preguntarse si era realmente a él a quien amaba o si siempre había sido el recuerdo de Ed.
De igual manera, todo carecía de importancia. No podía permitirse esos sentimientos.
-.-
Había optado por ir a ver a Tony a pesar de la incomodidad que aún no le abandonaba; la sensación de malestar estaba allí presente y pulsaba dentro de él insistente. Las palabras de Nat, solo habían servido para remarcar su decisión de mantenerse cerca de él. ¿Cuántas veces los demás, incluyéndole, habían mal juzgado a Tony dejándole solo?
Quería remendar sus errores. Ofrecerle a Tony alguien en quien confiar, alguien a quien acudir cuando se sintiese solo... Quería ser su amigo.
El movimiento en la entrada del centro de rehabilitación le resultó un poco sospechoso. Los guardias iban y venían, comunicándose con los handys, notándose un poco incómodos. Iba a preguntarles que sucedía, cuando vio un auto de la policía ingresar al lugar. En ese entonces, la sensación que había tenido desde la noche anterior, pareció intensificarse. Sin pensarlo dos veces, corrió por el camino siguiendo al patrullero.
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La identidad del tiempo
Science FictionPerdido. Así se encontraba Tony Stark en el año 1936, al cual había viajado culpa de una máquina del tiempo. Allí se encontrará con un joven Steve Rogers antes de que este se convierta en el Capitán América. Su carácter tierno y dulce será como un b...