39.

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|Capítulo Narrado|

Todo había sido un desastre a partir de la fatídica tarde donde el Ejército de Dumbledore había sido descubierto y por ende disuelto. Nada volvería a ser igual en Hogwarts otra vez.

Dolores Umbridge había asumido los roles de Dumbledore, ya que al ser descubierta la organización, lo habían acusado por abuso de poder y sedición, queriéndolo enviar a Azkaban, más el director había sido hábil y no lo permitió bajo ninguna circunstancia.

Todos ellos habían sido castigados, habían tenido que escribir con las plumas encantadas de Dolores, por ende sus manos estaban marcadas al igual que la de Harry en una primera ocasión.

El Quidditch había sido cancelado, Harry y los gemelos Weasley habían sido vetados de jugar luego de una revuelta ocasionada en el último partido de Gryffindor contra Slytherin. El club de lectura de Hermione y Marla estaba con prohibición de funcionamiento, Umbridge no se arriesgaría a que conspiraran de nuevo en su contra, por lo que las amenazó que si volvían a reunirse en secreto las expulsaría a ambas y rompería sus varitas como castigo.

Lo peor de todo, era que la relación que esta a creciendo entre Draco y Marla se había roto, quebrado por completo. Ella no podía entender como el rubio se había prestado para semejante actuar, no entendía porque le causaba placer ver que los demás eran castigados. Si bien había tratado de hablar con ella y de pedirle disculpas en infinidad de ocasiones, ella sabía que no eran de corazón. Había visto el goce en sus ojos cuando Dolores había dispuesto sus autoritarios castigos. Quizás no se sentía bien por ella, pero sí por todo el resto, y esa falta de empatía Marla no podía tolerarla.

Los días empezaron a ser comunes y corrientes, lamentablemente aún tenía sentimientos para con él, eso claro estaba. Pero era orgullosa y quería dejarle en claro que lo que había hecho él y toda su pandilla no tenía sentido ni cabida. Draco se sentía mal por ella, claramente Marla tenía razón, él encontraba absurda toda esa tontería del Ejército de Dumbledore y no le importaba lo que sucedía con todo el grupito, pero si le importaba lo que pasaba con ella. Jamás imaginó o si quiera consideró que Marla estaría metida en una organización como esa y por más que intentaba querer acercarse a explicarle a la Ravenclaw, ella le rehuía de todos lados, se alejaba de él cuando le veía acercarse e incluso volvía la mirada a otro sitio cuando se encontraban en el gran comedor o en clases.

Más los planes de la joven no podrían seguir en pie, ya que en una ocasión Draco la abordó en la biblioteca y no le quedó de otra que hacerle frente. No se permitiría ni por asomo que la exiliaran de la biblioteca, que era el único lugar que le iba quedando y no concedería que la señora Prince le regañara y con eso llegara Dolores para castigarle de quizás cual forma.

— Malfoy, no quiero hablar contigo, creo que ya te lo he dicho antes. — comentó con todo el esfuerzo que su corazón le permitió, ya que tratarlo así le dolía de sobremanera.

— Así que ahora soy Malfoy nuevamente. — le acusó de manera seca. — No pensé que reaccionarías así. — la frase quedó en el aire, la chica le había herido.

Marla le hizo frente y se percató que los ojos grises de Draco estaban traspasándola de una manera devastadora, se podía apreciar el enojo, el desconcierto y la arrogancia.

Él era un Malfoy, no se quedaría así nada más como la víctima de la situación, claramente enfrentaría y sería lo más venenoso que pudiera.

— Malfoy, sólo eso. — Marla se quedó en silencio.

— Sabes que yo no busqué herirte.

— Pero no te interesó hacerselo a los demás.

— ¡Pero ellos no me interesan! ¿Qué quieres que le haga? ¿Que mienta ? — soltó la frase con tanta espontaneidad que provocó que la chica se alterara aún más.

Querida Traidora [Draco Malfoy] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora