Querida Traidora [Draco Malfoy]

36.

|Capítulo Narrado|

— ¿A dónde vas cariño? — Maxwell, dejó a un lado el pincel para observar que su hija estaba vestida, claramente arreglada para salir. Aún era temprano.

— Papá, pensé que aún dormías. No creí que ya estuvieras pintando. — contestó.

— He tenido inspiración, sabes que el negocia ha ido bien. —sonrió. — Pero aún no me dices si vas a salir.

— Voy a ir a San Mungo, Neville me ha pedido que le acompañe a visitar a sus padres. — comentó.

— Oh, ya veo ¿Sabes cómo llegar allá? — preguntó sorprendido. Claramente el mago pensaba que su hija iba a tener otra cita con Draco, tal como la otra vez.

— Sí papá lo sé, me iré por la red flu. — anunció cogiendo su bolso.

— Ese chico Neville siempre me ha parecido muy caballeroso y simpático
¿Sólo son amigos? — interrogó queriendo bromear, pero lo que realmente quería era sonsacar información.

— Papá, sabes que con Neville sólo somos amigos. —sonrió poniendo los ojos en blanco.

— ¿Y que hay del chico Malfoy? — soltó intentando percatarse de los gestos de su hija — ¿Son algo más que amigos?

Marla se sorprendió por el tema que había cogido la conversación.
Su padre no acostumbraba a preguntarle sobre chicos.

— ¿Y este interrogatorio a qué se debe? — se rió, desvíando la atención. — Si tuviera novio ya lo sabrías.

— Sólo curiosidad.

— Pues es sólo un amigo también, para que sacies tu curiosidad. — claramente no le diría nada acerca de la confesión que Draco le había hecho. — Y ahora me voy, llegaré tarde por tu culpa. — se acercó a darle un beso.

— No llegues muy tarde.

— Está bien, adiós. — se despidió Marla al entrar en la chimenea.

Susurró las palabras que la llevarían al hospital y en menos de diez segundos se encontraba en el hall principal del hospital mágico. Tosió un poco por la ceniza y se sacudió quitando todo de su ropa y cabello. Observó su reloj, aún estaba a tiempo ya que habían quedado a las nueve y media, faltaban diez minutos. Se acomodó en uno de los sofás, jamás había venido a ver a los padres de Neville, sabía lo que les había sucedido y esperaba no incomodarlos.

Diez minutos después sintió la voz de la abuela de Neville, venía discutiendo por algún motivo sin razón. Augustta Longbottom tenía un carácter muy particular. Marla se puso de pie y los esperó sonriente.

— Neville, mi adorado — le saludó la chica con un abrazo apretado. — feliz navidad.

— Marlie, gracias por venir, feliz navidad. — el joven correspondió a su saludo.

— Marla, querida ¿Cómo estás? — saludó Augustta.

— Muy bien señora Longbottom. — le saludó con un beso en la mejilla — gracias por permitirme venir.

— Linda, me encanta que Neville tenga amigos buenos y decentes como tú, tú siempre estás para apoyarlo. — asintió y la chica sonrió de manera resplandeciente, eso era verdad, ambos siempre habían estado el uno para el otro, desde que se habían conocido en Hogwarts.

Caminaron y Marla se cogió del brazo de Neville, no sabía en que pabellón estaban los señores Longbottom por lo que se limitó a seguirles el paso y seguir la conversación que tenían Neville y su abuela, era sobre Dolores Umbridge.
Llegaron al Pabellón de enfermos incurables, en la planta baja del hospital.