69.

929 126 4
                                    

« Por favor, no hagas esto.
Contesta por favor. Necesito que lo hagas, necesito vernos, necesito hablarte, no quiero guardar lo que sé, cuando sé que puede ser algo que pueda lastimarte. No lo hagas por mí, házlo por tí. Sé también que no debería decirlo, porque no será algo grato para tí. No quiero que te guarden secretos, traidora. No, nadie debería guardarte secretos, yo lo hice y te he perdido, lo sé. No es necesario que me lo digas, por favor. Contesta. »

¿Qué era eso apremiante que Draco quería que Marla supiera?

¿Sólo por eso había vuelto a hablarle?

¿Sería una excusa? ¿Acaso era una trampa?

¿Los mortifagos estarían tras ella acaso?

Todas esas eran las dudas que Marla tenía, no se explicaba el porqué el habría vuelto a contactarla. No sabía si responderle, tenía dudas, ya no podía confiar en él. Lamentablemente la confianza entre ellos era igual que una bola de cristal y de pronto se había estrellado contra el suelo.

Día tras día ella se sentaba ante el escritorio con tal de intentar esbozar una respuesta, quizás decirle que dejara de incomodarla, que nunca más le buscara, que se quedara tranquilo, que no le odiaba. Más no conseguía escribir nada. Cómo si el haber vuelto a saber de él fuera distinto, cómo si el fuera distinto, cómo si él estuviera desconectado de ella.

Cogió una pluma y un pergamino. Tenía que decir algo.

« Te quiero, te quise. Más ya no confío en tí. No puedo creer en tus palabras. Lo siento.
Espero seas feliz una vez que la guerea haya terminado. »

Suspiró, fue a donde Mila, su lechuza. Dispuesta a colgar la carta en la pata de su animal. Más fue interrumpida, sintió los pasos de su padre– quien había andado sumamente nervioso estos días– acercarse. Guardó la carta en el cajón rápidamente, dejando ir a la lechuza.

— ¿Sucede algo? — le preguntó el hombre al verla algo nerviosa. — ¿No estás triste o preocupada porque Neville se va mañana?

— No, estoy bien, iré a preparar la cena. ¿Te veo preocupado? ¿Tú estás bien?

— Sí, sí cariño, sólo que han habido tantos ataques.

— Papá, nada sucederá aquí en América ¿Por algo nos vinimos aquí cierto? Estaremos bien, mamá nos cuida. — sonrió la chica.

El hombre asintió dejándola sola.

Ella volvió a sacar la carta del cajón y la vió otra vez.

No era capaz de enviarla, así que lentamente la rompió. No era capaz de sacar de su vida al chico que deseaba ver aunque fuera una vez más.

Querida Traidora [Draco Malfoy] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora